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Publicado por
MARÍA LÓPEZ GARCÍA
León

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HE DE COMENZAR esta exposición advirtiendo que una cosa es el leonesismo político aglutinado en torno a las siglas de la UPL y otra muy diferente el leonesismo social, tan fuertemente arraigado que se mantiene vivo pese a la increíble singladura del leonesismo político y del papelón que sus dirigentes, más preocupados por su cartera que por hacer del partido una formación seria y plenamente conectada con la sociedad que le vota y a quien dicen representar. Dicho esto, he de reconocer que lo que está ocurriendo en la UPL, en modo alguno nos coge a muchos por sorpresa, ya que tarde o temprano iba a ocurrir en el momento que no hubiera pastel para todos y de forma especial cuando el señorito Rubinat, durante tantos años viviendo del momio de la política, al igual que el resto de los que traicionaron a Pelines, se quedara sin empleo y sueldo toda vez que había cedido a su esposa o compañera la exclusiva en el Ayuntamiento de San Andrés. En todo proceso hay responsables y causas y en este está perfectamente claro que los responsables son todos, es decir esa docena de personas que a partir del congreso de Astorga se conchabaron, se rieron de los votantes y de la militancia especialmente encabezados por un auténtico maestro de la trilería y el embaucamiento denominado Joaquín Otero que según me cuentan tuvo la vergüenza de entonar el «mea culpa» para pedir después que le pusieran en el puesto de su propio maestro. Pero hete aquí que tanto él como sus acólitos, ahora enemigos, lograron los objetivos: dejar todo como estaba, controlar el chiringuito y llevarse la pasta a la vez que el partido ni se reformaba, ni tenía medios o recursos para llegar y conectar con la sociedad leonesa. Incluso, tuvieron la desfachatez, todos a una, de no apoyar la primera manifestación de Ciudadanos, cosa que hicieron medio guardados en las siguientes viendo que podían sacar rentabilidad política. Pero, lo grave no sólo era esto, sino la piña que hicieron ante las nuevas elecciones municipales y autonómicas ya que algo les unía: el puesto y la pasta. Eso explica lo que ocurrió en las dos últimas pantomimas o congresos celebrados en León. En el primero me cuentan que la agrupación comarcal de La Bañeza y la de Madrid intentaron proponer una serie de reformas tendentes a hacer un partido serio, dotándolo de estatutos dignos y llevando a cabo una reforma financiera tendente a crear un secretariado de finanzas y una caja única a la que fuera el dinero ganado por la actividad política y desde la que se harían presupuestos anuales, se daría cuenta de la gestión a los afiliados y se pagaría a los cargos su justo salario. Pero, tales pretensiones de un grupo de leonesistas auténticos no sólo recibió un no, sino que nuevamente los de cargo y sueldo hicieron piña y se pasaron por la entrepierna los mínimos acordados por mayoría en el congreso, con el voto en contra la concejala Elena Cabezas y sus amigos. En esos mínimos se acordaba nombrar un secretario de finanzas, hacer presupuestos anuales y pagar cada cargo al partido un miserable 10% de sus ingresos. Pese a lo acordado e incumpliendo la más mínima ética en ese mismo congreso los amigos no sólo excluían a los reformistas madrileños y bañezanos, sino que siguieron nombrando a una comisión de cuentas formada entre otras afines por la mencionada compañera del señor Rubinat. A decir del jefe de la panda, señor Otero, no era el momento de reformas estatutarias, sino de unirse para lograr los objetivos: puestos y sueldos para sus compinches y sueldazo millonario para él y su amigo con formación deportista, a la vez que a todos se le llenaba la boca de democracia interna, concejo de afiliados, etc., etc. No obstante, lo más grave de todo este periplo llegó con ese congresillo que ellos mismos organizaron para justificar lo anterior y que nuevamente como una piña se unieron para frenar cualquier cambio y frenar la posible entrada de competidores a juzgar por el empuje del leonesismo social y de Ciudadanos. La solución cambiar las reglas del juego y poner un número de avales inalcanzable para el que no estuviese conchabado con la clientela del partido. Y a decir verdad que lo lograron y pese a los resultados electorales lograron sus objetivos: mantenerse ellos mismos en los cargos y seguir llevando la pasta para casa, es decir consolidando su leonesismo de cartera. Ahora bien, en ese empeño de todos a una como Fuenteovejuna, la tarta era grande (Valladolid, Diputación, Ayuntamieno de León y de Astorga, caja España, Consejo del Bierzo, etcétera), llegaron incluso a poner pasta de sus bolsillos, o mejor, de la que debería de haber ido para el partido si éste fuese una organización seria. Pero, héte aquí que no todos vieron compensado su esfuerzo, sus objetivos ideológicos o sus pretensiones y compromisos futuros, toda vez que no lograron, pese a intentarlo, seguir el camino de otros compañeros de viaje que pasándose a un partido grande siguieron manteniendo poder y momio. La crisis estalló y ocurrió lo que en el famoso caso de Roldán: no hay tarta para todos. Como todo es por la pasta se justifican unos pactos que en modo alguno están dirigidos por el interés social o de León, sino por el cargo y por la pasta. El señor Otero con poder y sueldo garantizado, aparte los dos millones de pelas mensuales para gastos, durante cuatro largos años, luego Dios o el señor Herrera dirá, proponía su opción sin caer en la cuenta que otros necesitaban cargo y sueldazo y esto en modo alguno se lograba en la oposición. La crisis durante tanto tiempo anunciada estaba servida. En esta tesitura y desde mi modesta visión y opinión de una votante leonesista creo que el mejor favor que se le puede hacer a esta sociedad leonesa es que de una vez por todas desaparezca este chiringuito y surja algo nuevo y serio, ya que tanto la sociedad leonesa como los otros dos partidos nacionales necesitan la existencia de un leonesismo político serio que represente a los ciudadanos y a los intereses de una tierra que se está jugando el futuro y que no puede dejar pasar estos momentos. No se trata de quitar a nadie para poner a otros, sino que sean los propios dirigentes legales los que coloquen a cada uno en su sitio demostrando que el partido es serio y tienen órganos de control; los que pongan en marcha los mecanismos y las maneras y esto sólo es posible de dos formas: dotando al partido de unos estatutos serios que entre otras cuestiones limiten los mandatos en las grandes instituciones a dos legislaturas y creando la caja única a través de la cual el partido tenga recursos económicos, control y distribuya los sueldos a sus cargos a fin de que de una vez por todas se identifique a los leonesistas de cartera. Entre tanto, ya es hora de que se le haga justicia a don Luis Arias que, desde su leonesismo sincero, intachable y totalmente alejado del de cartera que profesan ocultamente otros que no se atrevieron a ponerse, se dejó llevar al «matadero». Sólo se le puede reprochar su afán de servicio a la causa leonesista y de algún modo que fuera alma cándida, pues debía conocer la situación y que el partido estaba sin blanca. En esta tesitura y después de que la UPL subiera el 27% el IBI a los leoneses, los resultados estaban cantados, encabezase la lista usted o el sursumcorda.