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Publicado por
CARLOS CARNICERO
León

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EL PRESIDENTE ha descubierto un nuevo concepto: la «España diversa»; sustituye a la «España plural», que fue el logotipo de la anterior legislatura marcada por las relaciones intensas con unas minorías nacionalistas sobredimensionadas. Ahora Zapatero, consciente del deterioro sufrido en las áreas del socialismo que fundamenta su voto en la atracción territorial, ha lanzado la idea de la igualdad de derechos de todos los españoles en una «España fuerte y diversa». Un cambio que no parece solamente semántico. Los alemanes, al término de la Segunda Guerra Mundial, agobiados por el oprobio que les proporcionaba la memoria del nazismo, inventaron el patriotismo constitucional como sustitutivo del que no podían ejercer por complejo con un pasa do insoportable. En España, junto al declive del orgullo nacional en el siglo XIX, la convulsión de la guerra civil y la dictadura motivó una identificación de la patria con el franquismo y la eclosión de los nacionalismos periféricos como una depuración de la idea de nación que resultaba difícilmente soportable en el marco común de todos los españoles. Huérfanos de una identidad compartida, los españoles de la era moderna carecemos de un punto de apoyo para la palanca que permita a España eclosionar en el mundo. Vacío que esta ocupando peligrosamente una derecha que reivindicaba España como un refugio de sus tesis conservadoras. Ahora, si la reacción del PSOE se concreta en una nueva formulación alternativa a la centrifugación de España que desean las fuerzas nacionalistas, la cohesión social puede ser el elemento catalizador de un orgullo renovado que afirme que la fortaleza de un estado solidario es compatible con la diversidad cultural y política de una España que sólo es necesario homologar en derechos y obligaciones.