EN EL FILO
Agua somos todos
TODOS nosotros somos agua, en un al tísimo porcentaje, y si no fuera porque en nuestra composición hay menos de un 20% que no es agua, seríamos como ríos ambulantes, y hasta podríamos pescar peces en nosotros mismos. O tal vez no. Dada la cantidad de agua que almacena nuestro organismo sorprende el desinterés que, excepto en los territorios más sedientos, despiertan los problemas hidráulicos, por la escasez del elemento. Pero donde el interés es constante, porque viene de siglos, en torno al agua proliferan las soluciones políticas, casi siempre en el plano teórico, y cuando no sólo empiezan a secarse los sembrados sino que la sequía amenaza con cerrar los grifos, las siglas políticas y los gobiernos concernidos acometen con la debida precipitación -y el retraso secular- medidas de emergencia. Ahora es el caso. Como Barcelona puede llegar a tener sed antes del otoño, si se prolongase más allá de a primavera la pertinaz sequía, como a Franco le gustaba llamarla, se han puesto manos a la obra el Gobierno tripartito de la Generalitat, la oposición conservadora de Cataluña y el Gobierno central, cada cual con su respectiva discrepancia. Sin olvidarnos de la Generalitat valenciana, que además de discrepancias exhibe la humillación que en su piel sedienta ha causado el trasvasillo de aguas del Ebro desde Tarragona a Barcelona cuando a Valencia se le habían negado las aguas de ese río. Pero como para Barcelona la situación es grave, aunque aún no desesperada, el acuerdo se ha impuesto entre las partes -menos Valencia-, y CiU ha dicho a regañadientes que bueno a lo que acordaron ayer tarde Montilla y la ministra del ramo, Elena Espinosa, que no es más que prolongar el trasvase del Ebro a Tarragona, sólo para riego, hasta la misma Barcelona, para apagar la sed de sus habitantes. En cuanto al proyecto del Ródano, cuyo trasvase es la solución más acariciada por CiU, queda para un futuro más bien indefinido, pues cuando la tubería que lleve el agua excedentaria de los regantes tarraconenses a Barcelona, excepto en los meses de julio y agosto, cuando el agua más se la bebe la tierra, se habría acabado el problema, pues a la vuelta del verano estará terminada y en funcionamiento la desaladora de El Prat, y los barceloneses podrán beber siempre toda el agua que quieran. Pero el runrún del trasvase del Ródano seguirá oyéndose de vez en cuando, y más si CiU recuperase la Generalitat un día, como prevé la alternancia democrática. A Rodríguez Zapatero le gustaría complacer a Artur Mas mucho más de lo que le complace, por falta de ocasiones, y así se aprecia en las breve conversación que a primeros de mes tuvo con Nicolas Sarkozy sobre el Ródano. Y si le apetece agradar a Mas, también parece apetecerle molestar a Montilla, y con el hipotético trasvase del Segre algo le habría incomodado. Hay muchos sapillos o sapos pequeños que todo político se traga cada día, y Mas y Montilla se han tragado los suyos con el problema del abastecimiento de agua a Barcelona. Se merecen ya una etapa de sosiego.