Valiosas palabras del Rey

CUMPLIENDO la tradición y la liturgia parlamentaria, el Rey habló en la ceremonia inaugural de esta legislatura, novena desde la vaporización del franquismo, y su breve discurso debiera ser releído y meditado por la clase política, dada la devaluación que en ella han sufrido las palabras, que a menudo parecen objetos de usar y tirar por los personajes que deben su preeminencia, nunca más allá de sus propios partidos, a los falseamientos argumentales con que zahieren al partido adversario. No sucede en España como en el Reino Unido, en el que la Reina lee en ceremonias similares el discurso que le ha escrito el primer ministro; las palabras leídas ayer por don Juan Carlos I pertenecían exclusivamente a su propiedad intelectual, y recogían tan minuciosamente el sentir de la sociedad española que se ponía de manifiesto la permanente comunicación del Rey con el pueblo. En los recientes debates parlamentarios de investidura se ha comprobado el anhelo de diálogo y entendimientos de todos los grupos demostraban, sobre diversidad de cuestiones, de Estado o sectoriales, incluido especialmente el terrorismo. «La unidad de todas las fuerzas democráticas para terminar con la barbarie terrorista, con sus amenazas y extorsiones es una de las demandas más unánimes e insistentes del conjunto de la sociedad española, una obligación de todos los demócratas y un deber frente a las víctimas y sus familias», dijo el Rey en sintonía con todos los que no quieren quedarse marginados de un acuerdo antiterrorista que sellasen únicamente los dos partidos mayoritarios. Sabe el Rey, y todo el que no quiera dejarse cegar por alguna inercia partidista, que el PNV, por ejemplo, tiene que estar presente en cualquier iniciativa colectiva contra el terrorismo. Y ante la situación económica, obviamente deteriorada, dio un consejo que bien podría definirse como línea antropológica de conducta: «Frente a las dificultades e incertidumbres que presenta la actual coyuntura, debemos reaccionar con grandeza, diálogo, cohesión y solidaridad, para poder retomar cuanto antes la dinámica de los altos niveles de crecimiento y bienestar que hemos acumulado durante más de una década». Grandeza, diálogo, cohesión y solidaridad, cuatro señales para discurrir por el único camino que lleva a una convivencia social no crispada y placentera. Diálogo y consenso parecen ser los lemas tácitos que abren esta legislatura, que el Rey desea «de renovada ilusión».