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CÉSAR A. DE LOS RÍOS
León

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EL GOBERNADOR del Banco de España ocultó la gravedad de la crisis económica durante todo el mes de febrero para que al Gobierno no se le escapara ni un solo voto. ¿Prueba de la lealtad de los Fernández-Ordóñez a los socialistas? En realidad se trata de la sumisión de todas las altas instituciones del Estado al Ejecutivo. Otro ejemplo es el del Tribunal Constitucional: desde hace más de un año viene adaptando su composición interna a los intereses del Ejecutivo en relación con el Estatuto catalán. Hasta las responsabilidades de los Albertos llegan muertas ya a esta playa de apaños institucional. ¿Se puede argumentar que el sistema no está podrido por el hecho de que la mayor parte de las decisiones del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial pueden ser calificadas de justas y equitativas? La verdad es que nadie confía en que prosperen positivamente lo recursos que van a interponer los presidentes Camps y Valcárcel ante el Tribunal Constitucional si el trasvase del Ebro a Barcelona no se amplía a Valencia y Murcia. Ejemplar comienzo el de esta legislatura: arranca con el incumplimiento de la palabra dada por el presidente del Gobierno. No habría trasvase del Ebro mientras él siguiera en el palacio de la Moncloa. El precio ha sido el triunfo electoral en Cataluña. El que se pagará a ETA en esta legislatura tendrá fondo de referéndum y forma de consulta popular. Y a gobernar este gran tinglado al que le haríamos un favor llamándole asimétrico. Cada región (nación/estado en algunos casos) conseguirá los favores de acuerdo con el entreguismo al poder central. En términos de euros y de tratamientos culturales. Lo que entiende el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, por diversidad y pluralismo. Así que la carrera del victimismo y del ventajismo no tendrá límite. Es decir, sí lo tendrá. Porque la democracia tiene unas reglas de juego que no son infinitamente generosas. Italia ha sido un ejemplo. ¿Quién habría podido imaginar que podrían desaparecer partidos como la Democracia Cristiana que se mantuvo como mayoritario durante cuatro décadas en el poder; el Partido Socialista que nunca dejó de estar en los enjuagues o el Partido Comunista sostenido por un millón de afiliados y hegemónico en grandes municipios como Roma o Bolonia? Pero en Italia el sistema aún ha sido fiel al joven Estado italiano. En nuestro caso no sólo están en quiebra los modos institucionales propios de la democracia sino un esqueleto jurídico con cinco siglos de existencia.