EL RINCÓN
Cohesión y diálogo
SU MAJESTAD el Rey, cuya vida guarde Dios muchos años hasta que merezcamos ser republicanos, ha pedido las dos cosas. Pedido o reclamado. Parece que cada vez estamos más desunidos, unas por las tierras y otras por el agua. Buscando fronteras o buscando cantimploras. ¿Cómo se consigue la cohesión? Habría que partir de una cierta igualdad, al menos de cierta semejanza. Dicho de otra manera: ¿se puede amar a la patria siendo aspirante a mileurista? Ya sabemos que «la misión de las clases populares es dar buen ejemplo», pero quizá sea mucho pedir. Más de once millones de ciudadanos tienen el dinero justo para pasearse por la ciudad silbando y con las manos en los bolsillos vacíos. Ya sé que hablar de dinero es una ordinariez, pero la crisis hace que sea, diariamente, el tema del día. Considerado el dinero como el mejor calmante de los nervios, su ausencia nos tiene desquiciados, o sea, con los nervios de punta. Antes estábamos dispuestos a dar todo el que teníamos con tal de tener algo más, pero ahora nos conformaríamos con poseer, durante los tres años que se avecinan, la misma cantidad que estuvo en nuestras manos pecadoras los tres años anteriores. Seguir de pobres, que siempre fue una desgracia, es ahora una aspiración. Si la cohesión es dificultosa, el diálogo empieza a ser imposible. El PP está dando mal ejemplo. Esperanza Aguirre dice que Rajoy es un líder cómodo para la socialdemocracia. Lo que no dice es que ella se está volviendo un líder incómodo para Rajoy antes de llegar al liderazgo. Cuando se señala al jefe de filas hay que procurar no meterle el dedo en el ojo.