TRIBUNA
UPL: la conjura de los necios
DEL MISMO modo que los romanos redujeron a cenizas en menos de un siglo un imperio que se forjó en arduas batallas durante muchos siglos de historia, la recién llegada ejecutiva a la cúpula de la UPL ha batido todos los récords necesitando solamente cuatro meses para llevar a pique una organización política que comenzó su andadura allá por los albores de los años 70 y 80, y llevándose por delante cual tsunami a todo aquel que se encuentran a su paso. La debacle de las últimas elecciones generales, debida únicamente a su ineptitud en las lides políticas, les ha conducido a iniciar una cruzada contra Joaquín Otero Pereira y Luis Herrero Rubinat dirigida únicamente a apartar la atención de los militantes y de los medios de lo realmente importante: la UPL se hunde por el desgobierno de la nave, por la falta de liderazgo y fuste político de los que hoy en día se sitúan a la cabeza del partido. Pero no contentos con jugar al despiste, adoptan además una actitud mamporrera, emprendiendo una infundada e injuriosa campaña de desprestigio contra los que durante mucho tiempo, y con el mar en peores condiciones, lucharon por mantener la nave a flote, arriesgando en ello no solamente su prestigio político sino también el personal y el económico pues llegaron a respaldar campañas con su propio patrimonio mientras que otros silbaban o miraban para otro lado. En mi casa me enseñaron que es de bien nacidos el ser bien agradecidos. Pues parece que esta máxima funciona en todos los ámbitos de la vida menos en el político. Cuando algunos todavía estaban preocupados por un brote de acné, Luis Herrero se curtía en foros políticos, sembrando la semilla de un Leonesismo sentido, y digo sentido porque Luis Herrero es político por formación, por vocación y por convicción. ¿Cómo se atreven a sembrar la semilla de la duda acerca de uno de los pocos ideólogos del partido? A Joaquín Otero le han tocado vivir épocas difíciles en política. Pero sin duda alguna la más dura es ésta: la del apuñalamiento por la espalda. Aquellos a los que contra viento y marea, y contra la opinión de muchos, siempre defendió como hombres buenos, como prohombres del partido, han revelado al fin su verdadera faz: lobos con piel de cordero. Claman al cielo por la falta de implicación de Otero en la última campaña, pero ¿dónde estaban ellos cuando Joaquín Otero en solitario emprendió la ardua tarea de recorrer hasta el último municipio de la provincia con el fin de constituir las listas de cara a las última elecciones municipales y autonómicas? La respuesta es bien sencilla: Melchor Moreno «missing» en Torre, Javier Chamorro subido a su flamante autobús Ordoño arriba, Ordoño Abajo, Lázaro García Bayón haciéndole la cama a Luis Herrero en la Diputación y Manuel Arias... Bueno, de este concejal mejor ni hablemos. Acusan tanto a Joaquín Otero como a Luis Herrero de perseguir espúreos intereses, pero ¿cuáles son en realidad los que mueven este juicio inquisitorial que haría saltar de júbilo al propio Torquemada? ¿Intereses ideológicos? Perdonen que me dé la risa, pues ¿qué ideología puede haber detrás de las figuras de cartón piedra de la actual cúpula leonesista? La más absoluta vacuidad de ideas ya que en ningún momento de sus altisonantes declaraciones acusan a los críticos de falta de sentimiento de región, de no luchar por lo que es nuestro, sino de inexistentes deudas, creando una tormenta de arena que oculte sus propias carencias ideológicas y de principios en este campo del Leonesismo. ¿Intereses económicos? Creo que me voy acercando al diagnóstico. Se ha hablado mucho de la erótica del poder, pero si a ello le unimos la posibilidad de quedar a flote con el bolsillo bien lleno, uno se agarra a los restos del naufragio con uñas y dientes, siempre y cuando, claro está , la cuenta corriente tintinee. Y a todo ésto, ¿dónde queda la opinión del militante de base que observa con desolación como unos pocos destruyen lo que con tanto esfuerzo y dedicación muchos construyeron? ¿Por qué no convocan, ellos que se jactan de ser tan democráticos, un concejo en el que se laven en privado los trapos sucios, si es que los hubiese? Nunca he sido partidaria de injustos linchamientos en la plaza pública, sobre todo cuando los que arrojan la primera piedra no están libres de culpa. Y por ello, y con todo dolor de corazón, abandono la militancia de unas siglas que me hicieron soñar con la posibilidad de un León independiente. La pena es que la conjura de unos necios haya reducido a cenizas nuestro largo y perseguido anhelo. Ante lo cual solamente me queda añadir: UPL, descansa en paz.