Diario de León
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FEDERICO ABASCAL
León

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ANTE las turbulencias desatadas últimamente en el PP, con Rajoy profiriendo desde Elche admoniciones de autoridad contra quienes no se sientan a gusto en el partido, la presidenta de Madrid ha enfundado su espada sin abandonar el manejo de sus estiletes. Después de su entrevista con su homólogo valenciano Francisco Camps, en la sede del Gobierno madrileño, Esperanza Aguirre declaraba que «no tengo intención ni la he tenido nunca de presentar una candidatura», al congreso popular del próximo junio, «Esto no es una cuestión personal», añadió. Sea o no cuestión personal, parecía que ya empezaba a serlo, y lo seguirá siendo hasta la rendición de uno de los dos. La rendición sería pactada, como entre adversarios de munición contundente, y sobre la cuota de influencia que a Esperanza Aguirre estaría dispuesto u obligado a reservarle Rajoy en el nuevo organigrama del PP o en un hipotético gobierno popular, si el PSOE perdiese las elecciones del 2012. Ocurre, sin embargo, que Aguirre declara que no tiene intención de presentar una candidatura. Dicho de otra manera, a fecha de hoy, la presidenta de Madrid se repliega a su zona de mando con vistas a proseguir los sondeos de opinión entre los barones y baronillos del PP, que le serían mayoritariamente adversos. No le queda a Aguirre mucho tiempo para emplear todas sus armas en la arena del partido, que ayer inició las asambleas locales para la elección de los más de 3000 compromisarios que irán al congreso de junio. Es el momento de dar la batalla en las territorios que pudieran mostrarse más adictos a la presidenta madrileña, aunque por lo oído a Camps en público y en privado, y a otros líderes territoriales, se estaría abriendo paso la consigna de apoyar con fuerza a Rajoy. Aguirre no se siente dolida por que Rajoy invitara en Elche a quien no se sintiera cómodo en el PP a irse al partido liberal o conservador, sabiendo que inmediatamente iban a interpretar los medios que se refería a la presidenta madrileña, quien vive enarbolando la bandera de un liberalismo peculiar, y que a ella le sirve para justificar hasta los bocados que le arrancan a la sanidad y de la enseñanza públicas los intereses privados al acecho de su oportunidad. Y como la frase de Rajoy transmite una impresión de autoritarismo, Aguirre ha visto la ocasión de invitar a los barones del partido a que se pronuncien, por si una mayoría de ellos juzgara negativamente la admonición de Rajoy, y emplazando a éste a que dé explicaciones sobre si quiere a no echarla del PP.

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