CONTRACORRIENTE
Médicos
MÉDICOS¿ no se te ocurra hablar de ellos, me avisa un amigo, tampoco de jueces, agrega, ni de maestros, ni¿ya sabes, internamente no se soport an, pero que alguien de fuera repase sus vidas¿ En fin, mi amigo es un poco aprensivo, así que me pongo manos a la obra, al fin y al cabo quién no tiene un conocido o familiar médico, uno mismo, sin ir más lejos, ha tenido largas y fértiles relaciones, y además qué mejor momento, ahora que parece que, conseguida la pasta, volverán a explorarnos la próstata y la córnea sin problemas. Quién nos lo iba a decir, una huelga de médicos, si Sacco y Vanzetti levantaran la cabeza, cómo cambian los tiempos, pero está bien, hay que revindicar mejoras siempre, y si son salariales, mejor. El problema de esta huelga es que ha parecido más una pelea de gallos, no sé, a lo mejor me equivoco, en eso no me pasa como a los doctores que cuando cometen un error, como decía malignamente Woody Allen, «echan tierra sobre el asunto». A los leoneses, en cualquier caso, les ha hecho muy poca gracia que se prorroguen las listas de espera, ya de por sí bíblicas, por aquello de que en el Antiguo Testamento, además de morir mucha gente, el tiempo pasaba muy despacio, y es que los pacientes ya no miran a los médicos con la misma adoración sumisa de antes, en eso influye la crispación social, las expectativas desmesuradas sobre la propia salud, pero también la actitud de los propios médicos, se lo garantizo. El que esto firma sólo pasó una vez por el quirófano y se encontró con un médico que, al día siguiente de la operación, sin mirarme siquiera a la cara, me hincó un dedo en la barriga y cuando le preguntaron si ya me podía quitar el suero, se limitó a soltar «¿A quién, a ése o al otro?», pues tenía compañero de habitación, y sin dar más respuestas se fue pasillo adelante, mentón altivo, mirada al frente, con aire de cardenal o senador romano. Un cirujano ejemplar, sin duda, lo irónico del asunto es que si los sabios hombres de la medicina parlamentaran un poco más con sus pacientes (ojo, que no estoy pidiendo que suelten sollozos junto a mi almohada), no se imaginan, a la larga, la cantidad de dinero y tiempo - sí, tiempo - que se ahorrarían. Porque lo que es cierto es que a los médicos, actualmente, los han convertido en burócratas, apenas gozan de minutos que dedicar a sus pacientes y me consta que a la mayoría esas miserias les indigna mucho. En el gremio hay de todo, cómo no, desde los que cumplen su horario y se escaquean lo que pueden, a los que echan media vida en sus centros de salud. También quienes, cobrando pluses de exclusividad, tienen su consulta, y los que hasta suman su granito de arena a la economía sumergida: aquí en León hay alguien muy conocido que incluso tiene la desfachatez de preguntarte cuando lo visitas si quieres la placa con IVA o sin ella. Acabaré diciendo, pues me apetece y es verdad, que he conocido a más médicos modélicos que peseteros o gandules, y que lo que les desearía a todos, parafraseando a Hipócrates, es algo tan simple como «que los frutos de la vida y el arte sean suyos, que sean honrados por todos los hombres, y que lo contrario les ocurra si los quebrantan y son perjuros».