EN POCAS PALABRAS LETRA PEQUEÑA
El superávit presupuestario se desploma ¿Vuelve Anguita?
POR PRIMERA VEZ, los indicadores públicos acusan la crisis: el Estado ha registrado hasta marzo un superávit de 3.276 millones de euros en términos de Contabilidad Nacional (el 0,29% del PIB) frente al excedente de 6.747 millones obtenido en el mismo periodo del año anterior, lo que representa un descenso del 51,4%. El Ministerio de Economía y Hacienda atribuye la caída del superávit a la desaceleración en el sector inmobiliario y al elevado precio del petróleo. Es evidente, en fin, que la mala coyuntura condicionará los gastos gubernamentales, sobre todo si, como parece, Economía mantiene los criterios ortodoxos de no apelar al déficit público para provocar una reactivación. José Luis Rodríguez Zapatero prometió en todo caso en su investidura que los gastos sociales se mantendrán, con lo que el Ejecutivo ha adquirido el compromiso de evitar que el peso de la crisis caiga sobre los hombros de los más desfavorecidos. CUANDO Izquierda Unida se está replanteando su futuro tras el grave descalabro electoral del 9-M que la ha dejado reducida a dos diputados en el Congreso, el ex coordinador general Julio Anguita, se mostró dispuesto a «impulsar pero no a encabezar» la coalición, ya que, según subrayó, eso sería un «error político, personal y familiar»; «pero fundamentalmente político». Para Anguita, IU ha llegado a la situación actual en la que ahora hay que «tomar conciencia de que hay que implicarse en un renacer y no en un proceso endogámico». A su juicio, esto se podría hacer a través del documento político que ha presentado al PCE, «abriendo y llamando a la gente para crear algo totalmente nuevo en torno a siete ejes» recogidos en ese texto. El solo hecho de que Anguita se asome de nuevo a IU de mano del anacrónico y acartonado PCE es un signo inequívoco de catástrofe, entre otras razones porque ahora la famosa pinza que el Califa tanto cultivó en tiempos de Aznar y que tantos quebraderos produjo al PSOE ya no sería tolerada por la escasa militancia y por la exigua clientela de la actual IU.