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Publicado por
VALENTÍ PUIG
León

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EN OTROS TIEMPOS la música amansaba a las fieras. Ahora las fieras acaban con la música. Los festivales de Eurovisión figuraban como un ámbito europeo para melodías pegadizas que las distintas naciones votaban con más interés por lo discográfico que por el arte de la música. Llevaba años en declive. Ya no era aquella ocasión anual para que las familias se sentasen ante la televisión apostando por cantantes de vestuario modoso, canción de poco fuste y europeismo virtual. Había una cierta geopolítica a la hora de que los jurados nacionales fuesen adjudicando sus puntuaciones. «L'Italie, trois points». Así se iban al diablo décadas de San Remo, veranos enteros de la nostalgia. Imperó hace un tiempo el estilo del conjunto Abba y es significativo de lo que viene que les vayan a abrir un museo de Estocolmo. Tan cutres aparecen las nuevas hornadas eurovisivas que Abba se hace proteger por la ciencia museística. Abba lleva vendidos 370 millones de discos. Convenientemente, el museo quedará instalado en un muelle para grandes cruceros y ferries. Así quedarán consagrados los compases de Mamma mía y el atrezo tan hortera de aquellos cuatro componentes de Abba. Fue con la canción Waterloo que ganaron Eurovisión en 1974. De eso hace nada menos que 34 años. Poco queda ya de aquellas noches frente al televisor esperando que Massiel se llevara el trofeo. Para quienes hayan permanecido adictos a la noche de Eurovisión, la participación española no es para el entusiasmo. El candidato es Rodolfo Chikilicuatre. La canción, previsiblemente, tiene por título Chiki chiki . Otros países europeos han preferido la provocación al encanto melódico. No pocos candidatos han sido elegidos por televoto o por los SMS de los teléfonos móviles. La República de Irlanda, por ejemplo, presenta una marioneta en forma de pájaro que canta, perora y eructa. El pajarraco ha obtenido la mayoría de votos por teléfono. Se espera que quede bien situado en las semifinales y luego en la gran final. Irlanda ganó en Eurovisión siete veces pero lleva una larga temporada en el limbo. El fichaje del pajarraco puede recuperar la gloria de aquellas muchachas con aspecto de voces aventajadas del coro en colegios de monjas. Así está el milagro irlandés que consiste en ser un país pequeño y aprovechar bien las subvenciones de la Unión Europea. También Chikilicuatre tiene algo de pájaro loco. Eurovisión ya lleva unos años con los focos desplazados hacia lo que llamábamos Europa del este. En el resto de la vieja Europa, el interés ha decrecido. Lo constatamos en España. Serbia ganó el año pasado, en Finlandia. Aún así, la selección de intérpretes y canciones todavía ocasiona polémicas. En Francia, el elegido ha sido un poco conocido Sèbastien Tellier. Se le promocionó como un artífice del electro-pop en la versión cold wave. El entusiasmo fue limitado pero ahí estaba Tellien con sus guedejas y su griterío. Pero de repente se ha convertido en objeto de escándalo porque en la letra de su canción hay unas estrofas en inglés. Durísimo golpe para la francofonía. Traición pop a la gloriosa lengua francesa. Terrible desprestigio de la dulce Francia ante los 200 millones de telespectadores de Eurovisión. Ahora ya no estamos en la tele-política; esto es historia.