Diario de León
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JOSÉ CAVERO
León

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¿SABÍA ESPERANZA Aguirre el agujero que originaba en el PP cuando hacía públicas sus suspicacias sobre el líder derrotado el 9 de marzo? Pues bien, unas pocas semanas después de que se abriera aquel agujero negro de inciertos efectos, se han hecho públicos los resultados de una encuesta según los cuales, el 88% de los votantes del PP entienden que sería bueno para la vida política española que se presenten candidaturas alternativas a la de Rajoy para la presencia del PP en el próximo congreso de junio en valencia. A renglón seguido, la mayor parte de esos partidarios de candidaturas alternativas opinan que les gustaría que venciera la candidatura de Rajoy sobre cualquier otra: 45% frente al 29% para Aguirre. Curiosamente, la popularidad de Rajoy y el porcentaje de quienes le apoyan ha aumentado tres puntos en el último mes, y ha disminuido el número de sus críticos. Y también llama la atención que Rajoy obtiene votantes particularmente definidos como de centro izquierda, frente a los votantes más derechistas de Aguirre. La misma encuesta efectuada entre votantes del PP, revela que el mejor clasificado de entre las personalidades del partido resulta ser Alberto Ruiz Gallardón, la segunda posición la ocupa Esperanza Aguirre y en tercer lugar, esos votantes populares sitúan sus preferencias en Rosa Díez, los tres por delante de Mariano Rajoy, cuarto en preferencias. En quinta posición ya aparece Soraya Sáenz de Santamaría, valor en alza. Y sin embargo, es consciente Rajoy de que la estrategia consiste en resistir. Quedan ya menos de dos meses para el Congreso del Partido, y en este tiempo, cada vez se hace menos probable que surja alguna candidatura alternativa, que pudiera discutirle la presidencia del partido. Cosa distinta es que en ese congreso valenciano Rajoy pudiera aconsejar, cosa improbable, que a la hora de debatir la ponencia política, se abriera la posibilidad de que no se limite a ser un paseo militar, como es habitual en los congresos, y que pudiera convertirse en debate abierto sobre las características ideológicas del partido o acerca de eventuales errores que pudieron cometerse para perder las elecciones. Esas hipótesis improbables pudieran evitar lo que a estas alturas casi todos temen: que el congreso cierre en falso, y consiguientemente, que el debate se prolongue en los meses y hasta en los años siguientes. Hasta el aburrimiento y la fatiga de los partidarios...

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