Sólo hablaré del museo

HAY SEMANAS de densidad inabarcable para el que escribe, por las noticias sobre las que a uno le gustaría reflexionar. Desearía, por ejemplo, hablar de la Feria del Libro o mejor de los libros que en la feria de Ponferrada presentaba el Instituto de Estudios Bercianos. Sin desvanecerse aún los ecos de la semana de autor, con los dos espléndidos textos sobre Raúl Guerra y de Ramón Carnicer -El Bierzo de Raúl y Cajón de Alfayate-, salían a la calle el nuevo tomo -y van siete- de la antología de escritores bercianos, este año dedicado a la narrativa breve; y el libro de Manuel Rodríguez, Una mirada en el tiempo, que recoge artículos periodísticos de los años 1966 a 1983. El entrañable maestro ha sabido recoger y captar en ellos, con la fina ironía galaica que lo caracteriza y con su bonhomía, el Bierzo vivo de aquellos años, con sus gentes variopintas y sus costumbres tradicionales a punto de desaparecer. Quizá debería hablar de las polémicas que suscitan las fiestas que, por razones identitarias, promueven los políticos, a veces falsificando la historia; pero me aburren. Que se festeje un Día de León (local o provincial) me parece bien, pero que se celebre el 24 de abril sólo por oposición victimaria a la del día anterior no es de recibo; aún menos si lo festejado no resiste la menor crítica histórica. Me asombra por qué la del Bierzo suscita tanta polémica y por qué se quiere evitar la fecha del 8 de septiembre, que para la mayoría es ya la fiesta por antonomasia. Mal que le pese a alguno, la Virgen de la Encina es patrona del Bierzo y, además, su patronazgo tiene mucho que ver con la cristalización en el siglo XX de una conciencia comarcal, sólo sentimentalmente intuida anteriormente. Sólo hace falta que el Consejo Comarcal tome el acuerdo pertinente. Podría comentar los proyectos de musealización de los que se ha hablado estos días. De la inauguración del de Mansilla de las Mulas del que he escuchado comentarios muy elogiosos, tanto por la riqueza de las piezas expuestas como por el buen trabajo museográfico de Jesús de Celis y Joaquín Alonso. Pienso en los que se proyectan en Ponferrada y Fabero. En este pueblo se celebró la feria de la minería, plataforma para el museo que impulsa el ayuntamiento en torno al Pozo Julia. En Ponferrada se adjudicó la semana pasada el proyecto museológico para el Museo Nacional de la Energía que se ubicará en Compostilla I, y muy pronto ocurrirá lo mismo con el de la Térmica de la MSP, ambos promovidos por el Ciuden. El Museo Regional de la Minería y Metalurgia, en Sabero, ya está finalizado y, según las últimas noticias, podría abrir sus puertas antes del verano, lo que tendrá favorables consecuencias para toda la zona del alto Esla. Pero me permitirán que hoy sólo hable del Museo Arqueológico de Cacabelos, mi pueblo, inaugurado el sábado. Se trata de un acontecimiento relevante para la villa del Cúa, que este año cumple 900 años desde su restauración por el obispo Gelmírez, porque se ha recuperado un edificio notable por su valor arquitectónico e histórico. Fue del escritor Castaño Posse; y con una ampliación e intervención moderna pero respetuosa con la casa y bodega que albergó en sus bajos, obra del arquitecto Samuel Folgueral. La exposición, bien montada, con textos y paneles adecuados y con un sencillo discurso argumental sobre la historia de la villa, recoge muchas de las piezas que desde los años sesenta reunió Eumenio García, pionero del coleccionismo arqueológico en el Bierzo. Enhorabuena, ahora sólo esperamos sus visitas.