CRÓNICAS BERCIANAS
Días de vino, rosas y águilas
CONVIENE leerse está triple columna mecido por los efluvios del «Monday, monday» de los Mamas and The Papas e imaginarse a un coro de chicas preciosas, lisérgicas perdidas, ondeando sus melenas rubias y bandeando sus caderas al ritmo de la música. Así los más escépticos políticamente podrán creerse lo que ha acaecido esta semana, desde el lunes precisamente, en el panorama público berciano. El popular López Riesco fundiéndose en un cálido apretón de manos con el socialista Antonio Canedo a cuenta del proyecto de parque tecnológico, que mira que ha generado discursos amargos. El director general de la Fundación Ciudad de la Energía sellando la paz con la Junta de Castilla y León a cuenta del posible desarrollo conjunto del tren turístico entre Ponferrada -digo Cubillos- y Villablino. O el propio Azuara y Riesco, regalándose promesas de conversaciones en la intimidad al hilo del desarrollo del parque de la Juventud y la edificabilidad en el entorno del futuro Museo Nacional de la Energía y de la sede de la Ciuden en la rehabilitada central de Compostilla I. A algunos les ha hecho hervir la sangre la contemplación sarkozyniana de Riesco y Canedo unidos en un tándem como el que en su día formaron el propio alcalde de Ponferrada y el de Cubillos en pro del desarrollo del macropolígono del Bayo. A la mayoría de la ciudadanía le importará un bledo lo formal. Lo que sí sería de esperar es que entre tanta floritura oral estos pactos de primavera en la costa del Sil rindieran sus réditos. Que el protocolo inmobiliario del parque científico se transforme en una acción común para reivindicar fondos que permitan su ejecución en un medio plazo razonable, y que el Ponfeblino no se convierta en más humo que el que exhale la emblemática «31» tirando de una ristra de vagones cargados de una marabunta de japoneses o sino de pamplonicas. Y que la Junta, aprovechando la involucración de la Ciudad de la Energía, no trate de escurrir el bulto en la operación. En medio de toda esta fiesta no es extraño que alguno llegara a pensar que el águila de yeso con que Estanga ha coronado la remodelación de una plaza en Villarrubín fuese un gavioto tan kitsch como amable, representativo de esta fiebre rosa de amistades. ¡Que va! Era un águila culebrera para guardar la efigie del extravagante alcalde de Oencia unos pies más abajo. Él dice que se lo pagaron unos generosos «amigos» y está quemado no porque le hayan llamado de todo menos guapo, sino porque desde que han sepultado espacios como el Tomate ya no hay medio nacional que se interese por sus histriónicos espectáculos. En este clima de delirium tremens , auspiciado por el triunfo de 4.000 bercianos en el Amilivia, era consecuente que la semana concluyese con una edición de Bierzo Vino excelente en su concepción -era hora- y con un informe que avala que se podría hacer mejor, pero que se está trabajando muy bien desde el Consejo Regulador y desde las bodegas. Las etiquetas de mencía han crecido espectacularmente un 11% en sus ventas, al copo porcentual entre las D.O. de Castilla y León junto a la de Ribera. ¡Ojalá que entre tanto brindis no nos metan «garrafón»!