En memoria de Leopoldo Calvo Sotelo

SIN LUGAR A dudas, el 3 de mayo de 2008 quedará tristemente grabado en la memoria de un buen número de ciudadanos que hemos conocido a Leopoldo Calvo Sotelo. Permítanme, pues, hablar de mis recuerdos personales aún presentes porque han trascurrido muy pocas semanas desde la última sesión de los martes de la Real Academia de las Ciencias Morales y Políticas, donde, con su puntualidad de siempre, vi entrar a Leopoldo Calvo Sotelo en el salón de actos. Con el paso del tiempo, todos los académicos hemos apreciado las múltiples manifestaciones de inteligencia y buen hacer derivadas de las sucesivas y a veces contradictorias ponencias de Leopoldo Calvo Sotelo. La decisión de Leopoldo Calvo Sotelo y Bustelo de ingresar en la Academia de Ciencias Morales y Políticas ocasionó más de una extrañeza, porque prácticamente al mismo tiempo que cuando se producía su ingreso, también entraba a formar parte como académico en el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. En la historia plenamente biográfica del joven estudiante de ingeniería, no figura, desde luego, pues sólo algunos lo sabemos, que Leopoldo fue delegado de los estudiantes con el número uno, y ese cargo, o carga, le llevó a tener que plantear al por entonces ministro de Educación y Ciencia, don José Ibáñez-Martín, las quejas de sus compañeros frente la amenaza de una reforma de los planes de estudios que les perjudicara sus intereses. Fue precisamente durante aquellas negociaciones cuando casualmente conoció a Pilar Ibáñez-Martín Mellado, la que gracias a aquellos contactos esporádicos llegó a convertirse en su esposa y en la madre de sus ocho hijos. Tras su retiro, Leopoldo Calvo Sotelo llevó una vida absolutamente tranquila y relajada, sin más preocupación que practicar sus hobbies y acudir a la academia a compartir con el resto de compañeros toda su sabiduría y su característico humor gallego. Todos los que conocimos personalmente a Leopoldo destacamos, y lo seguiremos haciendo, su enorme tendencia a las expresiones irónicas y es necesario decir que esta manera de ser la explotó sabiamente en todos los terrenos en los que se movió. Existe un episodio en la carrera política de Leopoldo Calvo Sotelo que en estos días después del 3 de mayo se ha recordado especialmente: Leopoldo, ya erigido sucesor de Adolfo Suárez, tuvo que sufrir la humillación en la jornada aciaga del 23-F con la irrupción del teniente coronel Antonio Tejero y cerca de 200 guardias civiles, de ver como su designación se veía truncada por «amenazas encañonadas». Como es sabido, la sesión interrumpida para la designación de Calvo Sotelo se tuvo que celebrar dos días después, dando paso a un periodo que muchos consideran excesivo (y fue sólo año y medio) y que en realidad estuvo repleto de acontecimientos: con Calvo Sotelo, España entró en la Nato y se produjo un gran avance para la entrada en la CEE y, además tuvo que emprender el Consejo de Guerra a los implicados en la intentona de golpe de Estado, donde no faltaron presiones de todo tipo como la lanzada por el CSJM de solicitar el indulto por mayoría. Sin duda, el pasado 3 de mayo España ha perdido una figura destacada en su historia democrática.