Diario de León
Publicado por
JAVIER TOMÉ
León

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HAY QUE REMONTARSE a los lejanos tiempos de la Armada Invencible o incluso al gol que le hizo Zarra a Inglaterra en el Campeonato de 1950, para encontrar a los españoles tan unidos en torno a un hombre que está provocando un barullo tremendo de decibelios. Hablo, naturalmente, de ese fenómeno mediático llamado Rodolfo Chiquilicuatre, un personaje que así a primera vista parece afectado por algún episodio psicótico de complicado tratamiento. Nuestros mayores llegan a sentir océanos de compasión al verle así de rarito, luciendo atavíos que parecen diseñados por Agatha Ruiz de la Prada. Pero nada más contrario a la realidad. Rodolfo, un alborotador de conciencias cuyas apariciones públicas provocan estallidos de histeria colectiva, representa como nadie el tremendo latido de la sangre hispana, traducido en el hit del Chiki, chiki que nos hará ganar Eurovisión. Malas lenguas aventuran que algo no le funciona por dentro, especulación desmentida por Chiquilicuatre a lo largo del especial que le ha dedicado la televisión. Así hemos sabido que es íntimo amigo de Madonna, a quien llama Madón por pura confianza, o que fue asaltado en una discoteca por la supermodelo Gisele Bündchen al grito de «¿Has salido de una fábrica de tíos buenos?». En España estamos acostumbrados a exportar talento, no hay más que recordar el papelón que hizo Aznar en el cónclave de las Azores, y este delirante agitador alentado por Buenafuente y Santiago Segura, otros puntos de la misma cofradía, va como un tiro hacia la palma de oro en Eurovisión. Existen momento en la historia de una nación en que todo se juega a cara o cruz, así que al grito conjunto de ¡Perrea, perrea! apoyemos al gran Rodolfo, nuestra estrella más rutilante.

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