Diario de León
León

Creado:

Actualizado:

EL GOBIERNO quiere un Estado más aconfesional. Uno hubiera preferido una convocatoria pública para salir en busca del Santo Grial. Sin embargo, la medida no me produce inquietud alguna. Como católico, siento mis creencias a salvo. Me da igual por qué o por quién jure o prometa un ministro su cargo, me importa quién hay detrás de su coraza y cuáles son sus valores. La religión no es parafernalia institucional; aunque tampoco exclusivamente privacidad. A mí me gusta Fernández de la Vega, percibo que es una mujer íntegra y humana. ¿Es católica, agnóstica, atea? Ni lo sé, ni me importa. También me gusta, y por lo mismo, Soraya Sáenz de Santamaría. O Rosa Díez. Dejemos a un lado las etiquetas. Es ahora, en estos tiempos confusos, cuando la Iglesia ha de proclamar con más claridad su confianza en el optimismo cristiano, en la esperanza. No toda voz de alerta ha de sonar catastrofista. Hay mucho en juego, pero ¿alguna vez no ha sido así? Los pasados mejores nunca fueron tales. Cada época es sometida a unas pruebas, vivamos las nuestras, con dignidad y tolerancia. Un católico no puede ser pesimista, ha de creer en los quiebros inesperados, en el orden oculto que está siempre ahí, latente, en la ayuda inesperada; aunque, tampoco puede ser ingenuo, al menos no irresponsablemente ingenuo, e ignorar la gravedad de los retos planteados. Personalmente, en mi declaración de Hacienda pondré la equis en la casilla de la Iglesia. Y esto no significa que desdeñe, todo lo contrario, la extraordinaria labor de instituciones y asociaciones laicas. Existe un amplio territorio de encuentro que puede y debe ser compartido, sin demonizaciones, por todos, con la mano tendida. Bastante tenemos con los problemas reales como para entretenernos además con los inexistentes.

tracking