Baches en contubernio

NO ES REIVINDICACIÓN política ni cuestión ideológica. Es, más bien, cuestión de lógica. Y de economía doméstica. El lamentable estado de la Ronda Sur está sobrepasando todos los niveles tolerables sin que parezca que haya solución a la vista. Ahora que ya disfrutamos de las ventajas de esta ronda, que nos evita el trasiego cada vez más cansino por las calles de la ciudad, tenemos que jugarnos el pellejo y el presupuesto en los baches, badenes inesperados y remiendos peligrosos de una carretera cuyo firme duró idem una centésima parte de lo que tardó en hacerse realidad un proyecto tan largamente acariciado como duramente deteriorado. Lo malo es que parece que los responsables no aprenden de sus errores, y el nuevo tramo, abierto hace apenas unos meses, luce ya la ignominia de las señales que limitan la velocidad y advierten de la proximidad de hundimientos que convierten el trayecto en un togobán. Yo, de momento, ya tengo que pagar la reparación en los bajos de mi coche tras pasar en mala hora por algún remache puesto de cualquier manera. Es una vergüenza padecer cómo la más reciente de las reparaciones hechas en la desgraciada ronda, que a buen seguro no será la última pero será recordada como una de las más pesadas, dejó aquí sí aquí no trozos de asfalto nuevo, de asfalto viejo, de remates que sobresalen, de separadores que se hunden,... Si a este vaivén le sumamos el sube-baja de los pasos elevados, algunos puestos con tan mala leche que no hay velocidad mínima que los pase con dignidad, no cabe sino pensar en contubernio de las administraciones con los talleres de reparación. Sin duda van a medias. ¿Otro invento para recaudar más a costa del lomo del ciudadano?