Diario de León
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FABIÁN ESTAPÉ
León

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TODOS los seguidores del PP sufren últimamente constantes disgustos que, para los que no son seguidores de este partido político, revisten exclusivamente la misma importancia que las pequeñas grietas que aparecen con el paso del tiempo en un jarrón de fina porcelana, las cuales acabarán por constituir una manifestación machacona que producirá tan sólo cierto aburrimiento y cansancio. Los comentaristas y analistas de la política surgidos después de la democracia nos han dado cuenta pertinente de la sucesión de partidos políticos que han precedido al actual PP: la UCD, pilotada por Adolfo Suárez; Alianza Popular, conducida por Manuel Fraga y el reflujo inesperado que tuvo a Aznar López por timonel; es decir el PP. Lo malo es que cuando los partidarios del PP se prometían un futuro indeleble tras alcanzar el máximo vértice que constituyó la famosa mayoría absoluta de las elecciones del 2000 (ya saben, las del «Vamos a más»), que hizo de Aznar López un verdadero espejo donde mirarse todos los militantes, vinieron los batacazos. Las sucesivas derrotas en las urnas han dado de pleno en la diana de este partido que, a priori, parecía tan sólido como el buen hacer de Ana Botella (mujer de Aznar López), quien parece saber mascar a la perfección lo que supone estar en un Ayuntamiento tan laico como el de Madrid, donde el alcalde, Alberto Ruiz Gallardón, no vacila en emplear recursos municipales en distribuir, gratuitamente, en toda la «Villa y Corte», las famosas «píldoras del día después» (5 millones de habitantes ya son suficientes para gobernar). Todo lo que se auguró en su momento con aquella mayoría absoluta se ha hundido, hasta ahora sin remedio, por las elecciones generales del 14 de marzo del 2004. En aquella ocasión, cuando todo hacía presumir un nuevo y solemne resurgir del Ave Fénix con una nueva mayoría absoluta, vinieron los tremendos «trenes de Atocha» y arrollaron las ilusiones; este hecho unido a la pésima gestión de Aznar López, supusieron la pérdida de 35 escaños. En contra de toda esperanza, tras trabajar duro durante los 4 años que separan una elección de otra, el 9 de Marzo de 2008 se ha producido una nueva derrota del PP y de Mariano Rajoy Brey, su actual cabeza. Este nuevo descalabro, en el que estamos braceando contra corriente, nos permite comenzar a atisbar la derrota del año 2012. Por el contrario, ello ha provocado un nuevo y firme propósito de Rajoy Brey quien asegura que en marzo hubo muchos votos para el PP (entre ellos no estaban los 10 millones y pico que fueron para el PSOE) y, para no defraudar a esa cuantiosa multitud de ciudadanos, debe ganar los próximos comicios (promesa que viene reiterando ya durante dos periodos interelectorales); propuesta y objetivo que será presentado en el próximo Congreso del Partido Popular en Valencia. Cuando todo estaba ya, más o menos, pasteleado (tras los rentoyes de la Condesa de Murillo, los dimes y diretes de Ruíz Gallardón, la fuga de Acebes, el asunto del «pollo de Benidorm, etcétera), ha surgido el pasado lunes la inesperada decepción de la presidenta del PP en Euskadi, es decir, de María San Gil. Esto viene a recordar que el jarrón del PP sigue agrietado y que los esfuerzos que realice Mariano Rajoy para restañar la fisura aludida no contentarán ni a María San Gil ni a su mentor, Jaime Mayor Oreja, un sujeto que todavía sigue relamiendo la herida que le ocasionó José María Aznar, eligiendo como su sucesor a Mariano Rajoy y no a él. Veremos a ver en qué para esto.

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