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Publicado por
PEDRO VICENTE
León

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MIENTRAS Ángel Villalba sigue aguardando impaciente su nombramiento ferroviario, su futuro sucesor al frente del PSOE de Castilla y León, Óscar López, prosigue su periplo recabando el apoyo de los socialistas por las nueve provincias de la Comunidad. López, adjunto a la Secretaria Federal de Organización, conoce perfectamente el terreno que pisa, que sin ser un campo minado, en provincias como León y Valladolid requiere dar los pasos con cierta cautela. Aunque el aspirante a suceder a Villalba no está cuestionado por nadie, ni presumiblemente va a estarlo, tanto en León como en Valladolid los socialistas andan bastante divididos, en ambos casos a la espera de dirimir sus diferencias en sus próximos congresos provinciales. La salida «turística» que Zapatero ha proporcionado a Miguel Martínez convierte desde ahora mismo a Francisco Fernández como máximo referente de los socialistas leoneses, un rol que con toda seguridad mantendrá el alcalde al margen de quien acceda en otoño a la secretaria del partido. Y de lo que sí se ha ocupado Fernández es de marcar territorio ante López, condicionando su apoyo al candidato al respeto a la «sensibilidad leonesa» y al reflejo del «peso específico» del PSOE de León. Doble condición: reconocimiento identitario y cuota orgánica. Respecto a lo segundo el alcalde ha tenido incluso la indelicadeza de recordar que los socialistas leoneses representan más del 40 por ciento de toda la militancia en la comunidad, dato que obviamente no ignoraba el adjunto a la Secretaría de Organización. Sabedor del terreno que pisa, López ha acomodado su discurso a la situación: Respeto a la diversidad y pluralidad como puntos de partida para conseguir la integración de todos permitiendo que «cada uno se sienta dentro de la misma Comunidad de la forma que él quiera». Se trataría, ha venido a decir, de aplicar la misma política defendida por Zapatero para el conjunto del Estado. A partir de ahí se ve venir que el futuro líder de los socialistas de Castilla y León no tardará en asumir la tesis según la cual la desafección de los leoneses hacia la comunidad autónoma se debe en gran medida a la forma de gobernar del Partido Popular en los 21 años que lleva ejerciendo el poder desde Valladolid. Tesis que, sin dejar de tener base cierta, no justifica la descohesión interna del propio PSOE en Castilla y León, hecho que ha terminado reconociendo Ángel Villalba, eso sí, echando la culpa al maestro armero. El alcalde de León, primer abanderado de esa «teoría de la desafección», ha dado un paso más en esa línea al incluir a Burgos en el mismo saco que Valladolid como las dos grandes provincias beneficiadas por la Junta en detrimento del resto de la Comunidad. La puntada no va sin hilo. Supone sumar al tradicional agravio del «centralismo vallisoletano» el supuesto favoritismo hacia Burgos, casualmente cuna y solar político del presidente Juan Vicente Herrera. Víctimismo político aparte, de nuevo viene al caso el dato de que Burgos y Valladolid encabezan el ránking de renta provincial con un 113 y un 107 por ciento sobre la media europea, frente al 90 de León, el 86 de Salamanca y el 78 de Zamora. Y hay cifras que cantan.

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