Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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PARA VER A ALGUIEN sonriendo hay que acudir a los anuncios de dentífricos. No se sabe qué está pasando, mejor dicho, se sabe de sobra, pero una pegajosa pesadumbre se abate sobre nosotros. Para estar todo el día muy contentos hace falta ser moderadamente imbécil, pero tampoco es cosa de estar perpetuamente amargado, para que la bruma nos oculte el sol. Hay que encontrar el lado bueno de las cosas sabiendo que la mayoría de ellas no tiene ningún lado bueno. Manuel Machado decía que era muy triste estar triste y Solbes dice que el generalizado donativo de 400 euros agota el margen para tomar otras iniciativas, o sea, que ya lo pagaremos. Es lo que tienen las promesas electoralistas cuando se cumplen. Concretamente ésta va a costar a las arcas públicas 6.000 millones de euros. Que nadie salga en busca de las arcas perdidas: están vacías. Todavía es pronto para sospechar que la luz que se ve al final del túnel corresponde a otro tren que avanza en dirección contraria porque la verdad es que no se ve ninguna luz: ha subido el 11 por ciento. Dicho de otra manera, se ha producido un «desacoplamiento de las tarifas eléctricas con la realidad económica del país». Por eso andamos tarifando sobre quién es el culpable. ¿Es el país, son los voltios o son nuestros gobernantes, que tienen pocas luces? Lo más probable es que la culpa de todo la tenga el petróleo, que ha superado los 135 dólares por barril. El crudo Brent, ese es el enemigo. Esa oscura hemoglobina que corre por las venas del mundo moderno es la que hace que los precios de los alimentos hayan subido un 53 por ciento en cuatro meses, según la FAO, pero la «desaceleración» no se corrige añadiéndole más tristeza. Llorar en un penar cuando atardece es una redundancia.

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