MAR DE FONDO
Comercio justo
LA QUE está cayendo en el Partido Popular da para llenar páginas y horas de radio y televisión, pero tras una primera reflexión en el sentido de «donde las dan las toman», desecho la idea de ocuparme de teatro del absurdo en esta columna. Pensé en dejarme llevar por la corriente, quizás en un momento de pereza mental, y escribir sobre el fenómeno chilikuatrero. Los catorce millones de personas que siguieron su actuación en Eurovisión no pueden estar equivocadas, pensé. Pero recordé un párrafo escrito por Saramago en Ensayo sobre la ceguera : «la ceguera iba extendiéndose, no como una marea repentina que lo inunda todo y todo lo arrastra, sino como una infiltración insidiosa de mil y bulliciosos arroyuelos que, tras empapar lentamente la tierra, súbitamente la anegan por completo». También barajé la posibilidad de hablar de Marte. Me dio vértigo. La tecnología es tan poderosa, y sus repercusiones tienen tan largo alcance, que la ciudadanía no se ha adaptado por completo a la situación. Tengo que confesar que me apasiona pensar en miles de millones de años luz, lo que me colocó instantáneamente en el aquí y el ahora. Opté por quedarme en este mundo, el más necesitado. Voluntarios y oenegés de León organizarán mañana una campaña de sensibilización sobre la conveniencia del comercio justo. Estoy segura de que no ocupará las portadas de los periódicos, ni llenará horas de tertulias radiofónicas ni televisivas. En el mundo hay 2.700 millones de personas que viven con menos de 1,50 euros al día. El comercio justo garantiza que miles de productores del Sur cobren salarios justos por su trabajo, que se respete la igualdad de género y que no haya explotación infantil. Espero que el mensaje de las oenegés cale lo suficiente.