Pedro Martínez Méndez, in memoriam

EN MÁS de una ocasión he lamentado la enorme y diversa gradación con la que la opinión general discierne niveles para otorgar «laureles» y ramilletes a los méritos de los economistas de este país. No hace falta decir que en la «ceremonia de coronación» pesa, también, desgraciadamente, la inclinación partidista de cada uno. Vean sino la reticencia con la que se contempla a un economista de la talla de Pedro Solbes quien ha ido acertando la desaceleración, el decrecimiento y el paro; mientras que, en la otra acera, habita un economista tan «consistente» como Cristóbal Montoro, para quien lo anunciado por Solbes «lo es, pero mucho más». Confío en la pa ciencia de ustedes para que lean con atención los trabajos de un economista cuya singladura ha estado muy lejos de los dos partidos mayoritarios. Me refiero al gran economista español nacido en 1934 en Burri ana (Castellón) y fallecido en Madrid en el 2005, Pedro Martínez Méndez. Quiero asegurarles que la pérdida de Pedro Martínez Méndez, subdirector del Banco de España y consultor distinguido del Banco Mundial y del FMI ha supuesto no sólo un gran golpe para el panorama nacional, sino también para quien suscribe. Conocí a Pedro Martínez como alumno y a través de un examen de Hacienda Pública, pude ver que aquel alumno de Derecho (juntamente con su compañero Jacinto Ros Hombravella) podían llegar muy alto. Por ello, argumentando que el ministro de Educación y Ciencia, Joaquín Ruiz Giménez, me había prometido firmemente la creación de la Facultad de Económicas en Barcelona (se cumplió al cabo de 2 años), pude convencerles de que podrían tener un sitio en la nueva Facultad, pues su bagaje intelectual -y así se lo dije- era muy destacado. Me hicieron caso y creo que nadie se ha arrepentido. Con el paso del tiempo, Pedro Martínez Méndez, desarrolló una brillante trayectoria en el primer think tank de España, facilitando consejos y soporte como ya lo venía haciendo desde los lejanos años en los que otro gran economista, Joan Sardá Dexeus, constituyera (con gran paciencia) el Servicio de Estudios del Banco de España. A lo largo de su carrera, se solaparon un gran ramillete de «misiones» para asesorar, orientar, dotar y construir donde antes nada había: Argentina, Brasil, Venezuela, Panamá, Méjico, la ex Yugoslavia, Rusia y países ex soviéticos (Estonia, Lituania, Letonia, Ucrania, Macedonia, Uzbekistán Kazajistán, Kirguistán), Macedonia, Bangladesh o China. Es patente la enorme capacidad de trabajo de este economista irremplazable que falleció, víctima del mal de nuestro tiempo, en Madrid, hace poco más de dos años y cuyos trabajos inéditos han sido presentados por el Banco de España recientemente.