BURRO AMENAZADO
Mugidos del avetoro
EN EL secano de Tierra de Campos las mañanas son un concierto de gorjeos de alondras, calandrias y terreras que vuelan sobre un cereal cargadísimo de espigas, augurio de nuevo cosechón, esta vez sin topillos para que el agricultor se queje. Los que ya no se escuchan son balidos, relinchos ni rebuznos, en un terrazgo que ha perdido sus rebaños pastoriles y el ganado de tiro. Las ovejas y vacas están estabuladas y aburridas, alimentadas a pienso en las naves de las cuadras. Con Pedro Pérez Olea, a la vera de Bercianos del Real Camino, censando el pajarerío de las tierras agrícolas, nos sorprenden unos sonoros mugidos que salen entre las juncias de un hondón al sur del pueblo. Es la Laguna Grande, antaño pesquera de tencas, y hoy habitada por cangrejos rojos y un importante contingente de anfibios, la rana verde, la ranita de San Antonio, el sapo corredor y el gallipato. El autor de los mugidos es el avetoro, ave zancuda de color junco seco, patas verdosas y pico amarillo en puñal, que reside oculta en la maraña palustre, la misma en la que anida una colonia de parientes, las garzas imperiales, y sede de cría de muchos aguiluchos laguneros, rapaces de alas en uve que buscan roedores y musarañas en los campos de los alrededores. Carraquillas de los carriceros tordales, gritos metálicos de las fochas, estruendo de gorrino acuchillado del rascón y el parpar de los ánades azulones, llenan el aire de vocerío primaveral de una avifauna interesantísima, mientras los peregrinos del Camino de Santiago, más bien penitentes, cojos, sudorosos y quemados, se arrastran hacia El Burgo Ranero soñando con dormir en el albergue y cuidarse las rozaduras. El avetoro en España se halla en peligro crítico, con unas 25 parejas reproductoras repartidas por los Aiguamolls del Ampurdán, la albufera de Alcudia (Mallorca), la balsa de Sariñena (Zaragoza), la laguna de Pitillas (Navarra), el Marjal del Moro (Valencia) y el Taray (La Mancha). Hay que cuidarlo en León.