EN EL FILO
No fue terapia de grupo
ERA LUNES, día habitual desde hace semanas para el hostigamiento a Rajoy por sus oponentes menos desgastados, como Elorriaga o María San Gil, tras los gastadísimos Acebes y Zaplana, y el Ejecutivo Nacional del PP reunió en torno a Rajoy a sus partidarios y a sus críticos, y éstos pudieron expresar sus discrepancias con la labor que realiza la actual dirección. Pero no hubo terapia de grupo. Los ánimos siguen en pie de guerra. La curiosidad mediática esperaba que Rajoy revelase el nombre del próximo secretario general del partido, y que Juan Costa anunciara si va o no a presentar su candidatura alternativa al congreso de junio. Curiosidad defraudada, pero Costa en su discurso resaltó «la crisis de ilusión» que vive la militancia, y la insuficiente gestión integradora que desarrolla Rajoy. Oposición frontal. Como la salida enfurruñada de Aguirre con el pretexto de ir a otro acto. ¿Habría pensado alguien en la reunión como terapia de grupo? Lo hubieran calificado de orate. Tardará en borrarse de la memoria del PP y los observadores políticos la fotografía de los cuatro dirigentes populares en el burladero de callejón que la Comunidad de Madrid tiene en la plaza de Las Ventas. Los cuatro eran huéspedes circunstanciales de Esperanza Aguirre, atendidos por su hombre de máxima confianza Ignacio González, en funciones de anfitrión y especializado en secundar los ataques de su presidenta a Ruiz-Gallardón y más recientemente al propio Rajoy. Se trata de una foto de gran fuerza expresiva, con un punto de insolencia política y de ligereza hacia el partido, en la que tres de las cuatro figuras pretendían hacer lo más llamativa posible su ausencia del sitio donde no querían estar, que era Valladolid al día siguiente, con los barones regionales, excepto Aguirre y San Gil, en apoyo de Rajoy. Lo de Valladolid fue la reunión protocolaria de una decisión colectiva que había sido tomada por una mayoría de barones, y a la que se fueron sumando otros, desde hacía cerca de dos meses. La de Las Ventas, sin embargo, transmitía a los espectadores de la corrida una cierta falta de recato al exhibir cuatro responsables políticos una de las grietas abiertas en su partido, y que ellos más o menos con aparente satisfacción representaban. Sería conveniente que la reunión de la ejecutiva nacional del PP reunida ayer sirviese de punto final, hasta el congreso, a la guerra de guerrillas que un sector crítico venía manteniendo contra Rajoy. Tal vez lo que más crisis de ilusión produzca ahora en el PP es el juego estratégico de los críticos con la realidad y el tiempo.