EN POCAS PALABRAS LETRA PEQUEÑA
Gana Obama Absurdos
PRODUCE pudor afirmar que Obama es el primer candidato negro -afroamericano- de uno de los dos grandes partidos a la presidencia de los Estados Unidos; es más estimulante afirmar que la sociedad norteamericana se ha modernizado y liberalizado tanto que la etnia ya apenas cuenta en el terreno de las ideas y de la política... La victoria de Obama consolida este cambio (también hubiera sido innovador el éxito de Hillary Clinton, que hubiese sido la primera mujer en lograrlo) y abre expectativas inéditas toda vez que está a punto de concluir la negra etapa de Bush. No sólo Obama sino también el candidato republicano McCain representan una Norteamérica muy distinta de la que ha proyectado al mundo el actual inquilino de la Casa Blanca, que ha hecho del planeta un lugar inhóspito y peligroso. «Esta noche hemos llegado al fin de una travesía histórica y al comienzo de otra», dijo Obama. La incógnita estriba ahora en saber qué hará Clinton UNA institución pública de crédito ha ideado un indicador de confianza que supuestamente mide la disposición psicológica de los ciudadanos ante su porvenir económico. El invento es curioso porque todos los sociólogos saben la gran dificultad que acarrea describir objetivamente estados de ánimo colectivos, que son conceptos claramente subjetivos. Pero en este caso la iniciativa ronda el disparate. El último de los índices publicados, el mismo día en se conocía la cifra del desempleo de mayo y cuando ya la duda estriba en si la crisis, que tiene verdadera gravedad, llegará o no a convertirse en recesión, afirma que sólo el 43% de los encuestados se manifiestan optimistas y confiados. ¿Acaso este 43% de los encuestados no lee periódicos ni asiste al griterío de la opinión pública, lógicamente alarmada por la situación? El dato es simplemente absurdo. Y es que semejantes encuestas pueden tener sentido cuando evalúan una medida concreta o una política determinada, pero la idea genérica de «confianza», que es frágil y poliédrica, resulta demasiado vaporosa para que alguien tenga la pretensión de convertirla en un rígido y solvente indicador.