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HISTORIAS DEL REINO

Entre Springfield, el Imserso y los romanos

Publicado por
MARGARITA TORRES
León

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RAZONABA GANCEDO sobre las semejanzas de nuestra urbe bimilenaria con Springfield y su monorraíl-tranvía. Discrepo en el fondo: esta amurallada capital militar que un día fue de toda la Hispania y ahora no acaudilla ni el alfoz, este León que antaño movía el rabo y alejaba a las moscas de Al-Andalus, que cuando rugía necesitaban pañales el señor de Castilla o el conde de Barcelona, este felino anciano, desdentado, cojitranco y güevicaído más asemeja protagonista del anuncio estrella del Imserso para animales selváticos que bronco defensor de la jungla. Para mí que le riegan la cañita con cloroformo pucelano y sólo le despiertan para la foto cuando anuncia visita José Luis Rodríguez Zapatero. Entonces, el señor feudal de Castillileón acude a rendirle pleitesía para contarle sus logros y enseñarle el castillo, después de esconder las pelusas y la roña de la falta de uso delatadora debajo de las alfombras del salón de recepciones. Según costumbre, el soberano-presidente escucha los logros y avances mientras algunos se empeñan en evitarle oír las rudas quejas de su pueblo maltrecho: que si la Sama-Velilla, que si la despoblación y la fuga de jóvenes, que si el parque tecnológico sólo sirve para el patinaje artístico por lo del espacio libre, que si antes del tranvía-monorraíl no sería mejor acondicionar las calles para los minusválidos, que si necesitamos un nuevo hospital y no apaños tercermundistas, que si el AVE a este paso no llega ni empujando los romanos. Y hablando de romanos, no deje el de Castillileón de mostrarle a Rodríguez Zapatero el solar adherido a la muralla del s. III d. C. y próximo a la Diputación en el que algún despistado estimo como potencialmente factible en un futuro alzar sobre sus muros de centurias un bonito edifico contemporáneo. Impidan, entre los condes del uno y del otro, que tal desatino llegue a efecto, pues un monumento nacional de ese calibre no puede sufrir daño semejante al de nuestros antepasados cuando permitieron tronchar los cubos de la carretera de igual nombre so excusa de progreso. Parlen amigablemente, entre tapa y tapa, de la degradación de las piedras de la Catedral, de los millones de inversión que ello supone pero que compensan a nivel nacional con el buque estrella, junto a San Isidoro, de la historia de España. Charlen un poquito de Picos de Europa, que ye asturianu hasta para los medios. Tiren en fin juntos de la soga de todos en vez de uno enfrente del otro. Porque lo cierto, desafortunadamente para los leoneses, es que hasta que no colocamos a José Luis en La Moncloa, nuestro viejo felino se mantenía vivo a duras penas en la uvi autonómica. Recuerden los dos, pues a los dos afecta, que no es verdadero amigo el turiferario que ejercita sus rodillas en genuflexión buscadora de puestos cortesanos o el que calla siempre, sino el que honestamente enfrenta a los problemas para evitar que comentan errores imperdonables y piensa antes en el beneficio de todos que en el personal. A eso, dicen los antiguos, se le llamaba el bienestar de la República y parece que funcionaba incluso bien.