Camparredonda

LA MAYOR DE LAS ficciones es la realidad, como prueba la consolidación definitiva de ese proyecto cultural de relumbrón que lleva el nombre de Camparredonda. Surgido con la voluntad de marcar diferencias en el panorama social leonés, el grifo de la inspiración ha dado alas a una quimera literaria cuya trayectoria ya alcanza los nueve años. Nada ocurre por casualidad y Camparredonda se debe al optimismo de la voluntad que caracteriza a Gregorio Fernández Castañón, un orfebre de las palabras que nos regala periódicamente hermosos libros que son una muestra admirable y exquisita del trabajo bien hecho. Los ejemplares de sus obras se configuran, en palabras de Nicolás Miñambres, como un fruto editorial irrepetible, que ha sido reconocido con los más importantes galardones. Aunque el éxito suele ser un gran impostor, Gregorio no se ha dormido en los laureles y aquí tenemos, como cada año, la nueva edición de una revista que viene acompañada en esta ocasión por un cedé del cantautor Nacho Álvarez y un libro de Castorina. En el número participan autores con tanto prestigio como Juan Carlos Mestre, Alberto Torices o Antonio Toribios, poniendo cada uno su granito de arena en un proyecto conjunto que ha concedido el premio «Armonía de las Letras» a nuestro compañero Emilio Gancedo. Uno de los contenidos más llamativos es la entrevista en profundidad a otro buen amigo, José Luis Alonso de la Fuente, máximo responsable del Hogar del Transeúnte que abre sus puertas a los marginados. Un hombre admirable que ha sabido ser arquitecto de su propio destino, volcado siempre en los más desfavorecidos. El artículo pone la guinda a una revista centrada en el puro arte de contar, pues no en vano la literatura es la droga más dura.