Diario de León
Ponferrada

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LA CRISIS del PSOE en Ponferrada aburre. Es como los duelos entre Nadal y Federer; una final interminable. El socialismo local ha tocad o fondo en la última semana y después de treinta años de historia, la Ejecutiva Federal decidía firmar la resolución que disuelve la agrupación. La decisión es drástica. Corta por lo sano con una trayectoria donde se acumulan derrotas en las elecciones municipales de los últimos años, en contraste con los buenos resultados que el partido obtenía en los comicios generales. Después de Celso López Gavela, los socialistas no han sabido dar con el candidato adecuado para mantener primero y recuperar después la alcaldía, y la lucha por el poder dentro de la agrupación, y el pulso con la dirección comarcal y la provincial, han acabado por desgastar a la militancia y espantar a un electorado que no ha visto en las sucesivas candidaturas del PSOE una alternativa a la gestión del PP. Aburren, de verdad. Desacreditan, una vez más, a la política. No son de fiar. Y la forma en la que el partido ha querido resolver la crisis de un plumazo, con borrón y cuenta nueva, sin molestarse en comunicar en tiempo y forma la decisión a los interesados, y después de crear hace ocho meses una gestora a la que no se le ha dado ninguna oportunidad, no ayuda precisamente a recuperar la confianza. Rosa Mansilla, que ha presidido la gestora en los últimos meses, cree que la agrupación ya estaba sentenciada cuando se la nombró, pero el partido no se podía permitir el lujo de disolver la formación en Ponferrada con unas elecciones generales de por medio. Viendo las deserciones en la propia gestora, donde los tres miembros varones dimitían hace unos días por considerar irregular la convocatoria de la asamblea que eligió a los representantes al congreso provincial sin contar con ellos, y sabiendo que Mansilla no tenía otra opción que convocarla aunque la mitad de sus compañeros estuvieran desaparecidos, precisamente para no cometer una irregularidad, resulta difícil no creerla. Eso, en lenguaje coloquial, se llama comerse un marrón. Aburren. Los problemas reales están en la calle. Allí es donde el sábado se manifestaron un centenar de miembros de colectivos ecologistas para protestar sobre todo contra la incineración de residuos en la cementera de Toral de los Vados. Resulta preocupante que se esté hablando tan poco de ellos en una comarca que presume de sus paisajes y de la naturaleza como motor económico. El Consejo Comarcal del Bierzo promociona la mayor ruta de senderismo que se conoce con el proyecto de la Mirada Circular, presumimos de un sector agroalimentario potente, de unos vinos de calidad, y parece que estemos dispuestos a respirar más aire contaminado, como si no fuera suficiente ya con la inevitable central térmica de Cubillos del Sil o el polvo de la propia cementera. Y lo peor de todo es que la gente que debería pensar en la forma de solucionarlo está demasiado ocupada con su particular noche de los cuchillos largos -no hace tanto que el PP berciano también la tuvo-, acostumbrada a respirar el aire viciado de la política.

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