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Publicado por
PEDRO VICENTE
León

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POR aquello de que no hay mal que por bien no venga, parece ser que la cruda realidad económica -de la «desaceleración» a la recesión cada vez hay menos trecho- está favoreciendo una reflexión compartida sobre el futuro de las Cajas de ahorro de la Comunidad. Del mismo modo que la presión ejercida el pasado año por la Junta para tratar de forzar las fusiones resultó completamente intempestiva e incluso contraproducente, generando los naturales recelos entre las propias entidades, la situación de crisis que vive el sector financiero ha propiciado en estos momentos un acercamiento de posturas. No exactamente para hablar de fusiones -asunto que sigue siendo tabú- sino para reforzar de manera efectiva la coordinación y cooperación entre ellas. Ha bastado que aparecieran los primeros nubarrones económicos para comprobar la fragilidad de las cajas más pequeñas. Caja Ávila y Caja Segovia acaban de ver cómo la agencia de calificación de riesgo Moodys les ha rebajado en dos niveles la calificación, pasando de estable a negativa. Aunque en ningún caso la situación sea alarmante, el resto de las Cajas de la Comunidad tampoco están exentas de dificultades. Tras comentar aquí la pasada semana que en las reuniones entre Zapatero y Herrera se suele hablar de cosas que no figuran en la reseña oficial, me ha llegado un confidencia según la cual el presente y futuro de las Cajas de Ahorro fue uno de los principales asuntos tratados por ambos presidentes durante su último encuentro en La Moncloa. Y que ambos se mostraron plenamente de acuerdo en abrir una nueva fase en la que se avance de verdad hacia una unidad de acción de las Cajas de Castilla y León. Es algo que en realidad ya estaba puesto sobre la mesa desde que hace un par de meses se hizo cargo de la Federación Regional de Cajas el titular de Caja Burgos, José María Arribas. La filosofía es la de caminar hacia una integración sin perder la identidad territorial o, lo que es lo mismo, poner en marcha instrumentos y mecanismos conjuntos que en la práctica establezcan verdaderas sinergias. Instrumentos potentes que en el capítulo inversor irían mucho mas allá de la tímida sociedad Madrigal, como sería la posible creación de un banco de inversiones. Junto a ello, mecanismos de coordinación en materia logística e informática, así como proyectos compartidos en el ámbito de la obra social. Todo lo cual comportaría además la creación de un nuevo ente conjunto de cooperación con mayores competencias que la actual Federación. Se entiende que una vez recorrido todo este camino, a la vuelta de unos años la fusión caerá por su propio peso. Este es el escenario de trabajo que al parecer ha recibido el espaldarazo en el encuentro de La Moncloa. Con el significativo dato añadido de que Zapatero habría designado como interlocutor del PSOE en este proceso a Óscar López, sin esperar siquiera a que sea elegido nuevo líder del partido en Castilla y León. Así están las cosas justo cuando Ebro-Puleva ha confirmado su decisión de desprenderse del negocio azucarero. Una oportunidad pintiparada para que las Cajas, accionistas de dicha compañía, en lugar de dar un paso atrás, lo den hacia adelante.

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