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León

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A LA ministra de la Igualdad, Bibiana Aido, le han salido salvadores, aunque no de los que ella hubiera preferido. Su expresión «miembros y miembras», pronunciada en el Congreso de los Diputados, ha sido comentada, y no con elogios, por dos autorizadas voces de la Real Academia de la Lengua: Gregorio Salvador y Salvador Gutiérrez Ordóñez (catedrático de nuestra Universidad); ambos han coincidido en recalcar la inexistencia del sustantivo miembra. De chavales solíamos divertirnos con los juegos de palabras del tipo «no es lo mismo una pelota negra que¿», y eso era, un juego con dobles sentidos y asociaciones de imágenes. El lenguaje se presta al malabarismo, pero no confundamos la creatividad, verbal o escrita, con la metedura de pata. Según Gregorio Salvador: «Si no es un error es una estupidez», y argumentó que la ministra es defensora de «todas esas mandangas, de toda esa confusión entre sexo y género». Aido lo ha calificado de lapsus, pero no descarta que un día la palabreja sea aceptada por la Academia, y justificó haberla empleado en que la estuvo escuchando en la II Conferencia de Violencia de Género, en El Salvador, no podía haber sido en otro país, pero otro Salvador, el nuestro, lo ha cuestionado: «En Iberoamérica no se utiliza este término». Irá descubriendo que en política cuando no te atizan por los errores lo hacen por los aciertos, tanto los rivales como los propios; en fin, los sinónimos de puñalada son infinitos. Todos nos equivocamos al hablar. Lo preocupante no es un error concreto, y que ella no volverá a cometer, sino el planteamiento que hay detrás, loable en su intención, pero arbitrario en sus aplicaciones. El machismo habita agazapado en el lenguaje, es cierto, pero no confundamos la pelota negra con la negra¿

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