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Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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CONSIDERANDO en frío, imparcialmente, como aconsejaba César Vallejo, el humilde cholo peruano con «voz de niño castigado», hay que reconocer que levantar una maleta haciendo fuerzas no tiene mérito alguno. De ahí el frontal rechazo de Gobierno, sindicatos y partidos a la jornada laboral de 65 horas. Naturalmente que trabajando más pueden superarse las más difíciles situaciones, pero así cualquiera. Los españoles hemos recibido ofertas más sugestivas que esas y hemos sabido desecharlas. La directiva de tiempo de trabajo aprobada en Luxemburgo por el Consejo de Empleo, Política Social, Salud y Consumidores, que permite tanto a los Estados miembros, como a las naciones «miembras», alargar la jornada de trabajo no ha tenido el menor éxito. Nuestros arduos y múltiples problemas hay que solucionarlos de otra manera si no queremos hincar el pico, pero hay que descartar eso de hincar el hombro. Estamos obligados a buscar cualquier otra solución menos molesta. Además es mentira que los españoles trabajen poco. Eso sería antes, cuando el trabajo abundaba, pero de ningún modo es cierto ahora, cuando escasea. El intento de modificación ha sido calificado por UGT de «regresión en la protección de los trabajadores» y por Comisiones Obreras del «mayor ataque» al derecho laboral europeo desde que existe la Unión. M al momento se ha escogido para introducir modificaciones. Un político tan sensato como Jordi Pujol, que por cierto es una pena que no haya nacido en Albacete, por ejemplo, vaticina en toda Europa un «mayo francés», o sea un estallido misteriosamente unánime del larvado descontento de la colectividad. «Debajo de los adoquines está la playa». Ahora, debajo de los adoquines están los subsecretarios. Por orden jerárquico.