Damnificados

MAL que bien, todas las huelgas acaban solucionándose. La pregunta es por qué eso no sucede con anterioridad a su declaración, ya que se evitarían muchos daños, muchos perjuicios, algún que otro muerto y una cierta cantidad de descalabrados. Cuando van mal los negocios es cuando más se advierte la necesidad de buenos negociadores capaces de llegar a acuerdos sensatos, que como todo el mundo sabe, son los que dejan descontentas a ambas partes, pero por partes iguales. Los organizadores del barullo en la Guía Michelin rechazan las propuestas de Fomento y estimulan a los camioneros a atravesar sus camiones en mitad de las carreteras, lo que si bien se mira contribuye a disminuir el número de accidentes por exceso de velocidad. Supone un cambio muy abrupto vivir con las mínimas dificultades y con las máximas deudas a encararse con la realidad. Estábamos atareados en discutir gilipolleces, como la admisión de la palabra «miembra» por la Real Academia, cuando nos hemos dado cuenta de que no podemos hacer cada uno lo que nos dé la real gana. Quizá no esté lejano el día en el que añoremos los tiempos recientes que creíamos que eran malos. Otros están viniendo que los harán buenos. Puede que nos ocurra, a otra escala, por supuesto, lo que a los presos de Guatánamo, que ya podrán recurrir su detención. No es que se le vayan a abrir las puertas de la cárcel, pero al menos les van a cambiar las marcas de los cerrojos. Lo que investiga ahora nuestra Fiscalía General del Estado es si los convocantes de la huelga instigaron a la violencia o bien les propusieron a los camioneros unos exquisitos modales.