Diario de León
Publicado por
JAVIER TOMÉ
León

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DECÍAN los egipcios que la sabiduría es el sol del mundo, como prueba la terapia curativa a base de exorcismos para eliminar al malévolo Paco Satanás. Porque el diablo sigue suelto desde hace al manos 4.000 años, según ha demostrado una investigadora del CSIC al rescatar los conjuros que se hacían en aquellas lejanas fechas. Al parecer, el ritual exigía unos hechizos de tres pistones para fulminar a los demonios causantes de la enfermedad y el mal del ojo. Dado que lo peor siempre es posible, esta variedad de sortilegio mental provocaba auténticos espeluznos entre los afectados. La espuma del tiempo, matiz que todo lo depura, ha revolucionado los modos y modas exorcistas que nos enseñan la ciencia de la salvación. Porque a día de hoy, la Iglesia católica tiene en España hasta cinco exorcistas en plantilla, especializados en luchar a brazo partido contra Belcebú. No es que me considere una persona especialmente religiosa, a excepción del momento de aterrizaje en los vuelos nocturnos, pero lo cierto es que da un poco de yuyu leer las inquietantes declaraciones sobre demonología que efectúa el padre José Antonio Fortea, el más popular de todos ellos. Un hombre de virtud sin mancha, acostumbrado a meter el palo en la candela y cascar las liendres a los poseídos por un ente luciferino. Entre sus bien fundamentadas declaraciones, asegura por ejemplo que si a las tres horas de exorcismo Lucifer no sale del cuerpo del afectado, hay que dejarlo para otro día. También tiene documentado el pérfido listado de demonios, desde aquellos que destacan por su ira, otros por su soberbia y unos terceros que alimentan a conciencia el gran pecado del odio. Aunque todos ellos tienen en común el haberse apartado de Dios para campar a sus anchas. ¡Qué horror!

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