¿Reformar el calendario escolar? El canon

LOS ESCOLARES están a punto de tomarse vacaciones hasta el próximo 15 de septiembre y los pedagogos empiezan a preguntarse esta vez si este peculiar calendario es el más apropiado para impartir una educación de calidad y para lograr el mejor aprovechamiento de los alumnos. Con excepciones contadas, la inmensa mayoría de los profesores, expertos en educación, padres y madres aseveran que el calendario debería racionalizarse, como sucede en la mayoría de los países de nuestro entorno, que escalonan el tiempo vacacional de forma trimestral. Esa fragmentación permite que los alumnos distribuyan mejor el tiempo de estudio y de descanso, y que el verano no sea sinónimo de vagancia extrema. Pero el asunto choca con la conveniencia de que exista conciliación de esas vacaciones con las laborales de los padres. Alguien con sentido común ha apuntado que nos equivocaremos si lo que empuja a recortar las vacaciones de los alumnos es el tiempo disponible de los padres. UNA orden ministerial ha fijado el nuevo canon que grava los CDs y los DVDs vírgenes, los teléfonos móviles o las PDAs que dispongan de MP3, así como los reproductores de MP3 y MP4. También pagarán una tasa los escáneres, las grabadoras, las fotocopiadoras etc. Y paralelamente ha resurgido la protesta airada de los consumidores, que, con toda la razón, no están de acuerdo con que se les sancione preventivamente por una infracción que pueden, o no, cometer. No entienden las sociedades de gestión de derechos de autor -que se manifiestan «muy satisfechas»- que el establecimiento de un canon para recuperar aquellos derechos que pierden por copias fraudulentas o ilegales es una invitación al pirateo. Puesto que ya nos han cobrado por la estafa -pensará más de uno-, no es lógico que dejemos de cometerla. Los productores de contenidos susceptibles de ser pirateados, y especialmente las discográficas, harían bien en abaratar costes y precios, entregando productos de mayor valor añadido y seduciendo a los consumidores, en lugar de enfrentarse a ellos como si fuera posible poner puertas al campo.