Diario de León
Publicado por
ANA GUADA
León

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PENSABA que no volvería a ocurrir, pero hemos vuelto irremediablemente a las políticas que nos condujeron hace años al paro, al declive económico y al victimismo, lo que hace que el futuro ya no se presente tan apasionante. Tras un año de gobierno municipal socialista con sus socios de la UPL, la hora de León se ha ralentizado y seguimos hablando de promesas con pies de plomo. El escritor James Rusell Lowell dijo en el siglo XIX que «el compromiso es un buen paraguas, pero un mal techo»; y el techo de la gestión municipal está a punto de desmoronarse. El gobierno PSOE - UPL descansa sobre un pacto escenificado hace un año bajo una gran mentira política, una mera declaración de intenciones que justificara que ambas fuerzas vayan de la mano. Francisco Fernández abusa de un yo exclusivo y excluyente y como sutil esponja quiere absorber a toda costa la ideología leonesista en el preciso momento en que la UPL se resquebraja. Y como en la capital, también tenemos un vicealcalde que debería controlar muy de cerca al alcalde y evitar que la gestión sea dominada por el PSOE. Javier Chamorro dijo hace ahora un año que se encargaría de controlar el cumplimiento del pacto y de impulsar los proyectos, pero está fracasando en su tarea cuyo principal objetivo es crear la Comunidad Autónoma Leonesa. El vicealcalde leonesista debe exigir al señor Fernández que aclare cómo, cuándo y de qué manera va a promover las iniciativas para avanzar en este, sin duda, falso propósito, y es que en política lo que no es posible es falso. Lo que ambos deben hacer es dejarse de complejos y lamentaciones, ya no hay tiempo para mirarse al ombligo y asumir de verdad los retos de futuro. El alcalde utiliza el leonesismo como granero de votos y se dedica a hacer de la política el arte de buscar problemas, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados. Dejamos atrás un año en el que Francisco Fernández ha protagonizado una mera comparsa de un poder socialista que ha intentando evitar que los ciudadanos se preocupen de lo que les atañe. El señor Fernández ha trasladado el debate político al propio ayuntamiento con un claro objetivo, que no se hable de la ciudad porque es consciente de la gran dejadez y abandono al que viene sometiendo a León. El alcalde huye de la gente y ha demostrado ser un político vago y ambicioso. Los leoneses no conocen sus proyectos por la simple razón de que no los hay; su programa electoral ya es papel mojado y sigue cacareando como propios los compromisos de ZP para León, que tras cuatro años no han visto la luz. El Palacio de Congresos, la ampliación del Aeropuerto, la autovía León Valladolid, las rondas de la ciudad, la llegada del AVE, la integración de Feve o el Teatro Emperador siguen siendo la muleta de un alcalde preocupado de que los leoneses paguemos más impuestos con un brutal incremento del IBI y de aumentar la maldición del paro con despidos improcedentes y totalmente sectarios de trabajadores municipales. Más de 50.000 leoneses han recurrido ya la subida del IBI en casi un 30%; la mayor manifestación de protesta jamás vista en León ante una medida que está obligado a retirar, o de lo contrario dimitir y es que quiere sanear las arcas municipales sin el más mínimo esfuerzo, sólo a costa de empeorar la situación de muchas familias. Su incapacidad de gestión y su insensibilidad democrática han conducido a Francisco Fernández a dar la espalda a los vecinos, a los que se niega a escuchar -dijo que recibiría a todos los leoneses-, pero ha convertido la alcaldía en su refugio donde sólo acceden amigos, allegados y militantes socialistas para conseguir su nuevo objetivo: ocupar la Secretaría General del PSOE, lo que le mantiene totalmente ausente de la gestión municipal; Paco en la alcaldía, Paco en Caja España y Paco en el PSOE, pero «poco Paco para León». Un año de balance en el que el señor Fernández se ha dedicado a desacreditar al anterior gobierno municipal, el trabajo del PP que consiguió transformar la ciudad, una herencia que le permite sobrevivir. El retrovisor debería dejarle ver también su propia gestión durante 2003 y 2004, una gestión caótica repleta de irregularidades y es que para Francisco Fernández la Ley es una mera comba que se puede saltar. Su soberbia y arrogancia le llevan a dirigir un gobierno municipal donde clama la falta de diálogo con la oposición a la que incluso hurta el debate. El PP siempre se ha mostrado dispuesto a colaborar recibiendo a cambio el desprecio o el silencio, sobre los verdaderos problemas de la ciudad. Ha pasado un año sin ninguna siembra, mientras los leoneses se preguntan para qué queremos un tranvía y ven como vuelve a bajarse la barrera del paso a nivel del Crucero comentando con ironía «que viene el chato».

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