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Breviario de guerra para Rajoy

León

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ACABA usted de alcanzar la presidencia del partido y aspira a la presidencia de la nación, honor del que nadie le considera indigno, y, sin embargo, hay muchos que le miran con malos ojos. De hecho, usted, un hombre del aparato, aspira al más alto cargo de la nación, y la victoria que ha obtenido en el Congreso añade un plus a sus virtudes, honradez, elocuencia e integridad. Es, de verdad, su primera victoria en unas elecciones, aunque sean internas, ya que el primer Congreso que le ratificó, fue de hecho un refrendo de lo que había decidido el César Aznar. Pero no crea que los que ya han disfrutado de este honor no se dan cuenta de que usted ha decidido seguir su camino, que no es exactamente el de ellos, y, si hubieran podido, lo habrían evitado. En cuanto a los hombres de las otras familias que no han logrado el rango que creen merecido, supongo que a no ser que le aprecien mucho, y algunos no parece que sea así, también le van a mirar con malos ojos y van a ponerle piedras en el camino. Otros, a excepción de los que están unidos a usted en reconocimiento a sus favores, ven con cierto recelo que se pase su oportunidad, porque en política, los trenes casi siempre sólo pasan una vez. Estoy seguro de que no se le escapan los muchos problemas que le esperan en los próximos tiempos antes de que llegue la gran confrontación electoral. Los que desde fuera le han aplaudidito ahora y han lanzado dardos contra sus enemigos son los mismos que hace tiempo le situaban interesadamente en la extrema derecha del espacio ideológico. Y lo volverán a hacer cuando les interese. Esos son sus adversarios. Pero cuídese más de los envidiosos y cabreados que hay en su propio partido. Esos son los peores enemigos. Una candidatura a un cargo público debe centrarse en el logro de dos objetivos: obtener la adhesión interna y alcanzar el favor popular. Por lo tanto, como aspira al más alto cargo de la nación y como conoce los intereses que le son adversos, es preciso que ponga en ello toda suerte de ingenio y también todo el esfuerzo y dedicación. Para alcanzar el poder hay que trabajar más que para mantenerlo.

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