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Publicado por
AGUSTÍN JIMÉNEZ
León

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A LOS pobres les sentará mal la crisis, pero el presidente del Santander, honrando su apellido, ha anunciado un botín de beneficios de 10.000 millones. Los bancos son esos sitios donde te cobran por dejarte dinero y, curiosamente, tambien cuando tú se lo dejas a ellos. Es un negocio lucrativo. Se llama economía de mercado. Arabia Saudí, donde razones religiosas limitan ciertas extravagancias occidentales, especula de otra manera. Fruto de su buen hacer, la dinastía de allí va a recaudar 400.000 millones -de dólares; el camarada Chávez ingresará 80.000- y curiosamente se ha asustado. La subida, que es culpa de los chinos, les va a crear mala fama, va a engordarles igualmente a enemigos inveterados (Irán) y hasta puede provocar que la gente se canse, perfore pozos en lugares estrambóticos o se pase de una vez a las energías alternativas (si no lo impiden los imaginativos gobiernos que padecemos). Los saudíes han convocado una reunión para bajar precios. Sin éxito, naturalmente porque eso no es solución. Los Carrefour y demás cobran precios cuatro o cinco veces superiores a lo que cuestan en origen los alimentos -tambien en crisis por culpa de los chinos- y no les va mal. Pero es con los bienes intangibles con los que se está luciendo la mercadotecnia en esta época crucial. Una numerosa cofradía se ha reunido a la luna de Valencia para reflotar sus activos. Groucho Marx dejó dicho que, si a alguien no le gustaban sus principios, no importaba porque tenía más. Esta cofradía no tenía ninguno (de hecho, no tenía ni conciencia, como reconoció un hermano que llegó a ministro) y aun así ha conseguido cambiarlos. Antes la dirigía un español bajito que nos enseñó a ladrar. Desde ahora la encarrilará un señor amorfo de machadiano casino provinciano que sonríe sin que le brillen los ojos. Recuerdan a unos sectarios antiguos que, para promover el amor universal, promovieron la estrategia de despedazarse primero entre ellos, y es de quitarse el sombrero el espectáculo de renovación de los cofrades. Hace un año descubrimos que siempre habían sido contrarios a una campaña marcial que -fue un espejismo- los vimos aplaudir a rabiar puestos de pie en el Congreso. A poco comprendimos que era falso que los hubiéramos oído defender las mentirijillas del 11-M. Exactamente desde el domingo por la tarde, le han perdido el respeto al carismático padre Aznar, que han empezado a tratar de hortera. No demorará el día en que Manuel Fraga recuerde que él siempre fue antifranquista, como todo el mundo sabe.