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Publicado por
ANTONIO CASADO
León

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DICE Rajoy que el marianismo es «el centro, la mujer, el diálogo y el futuro». En una democracia tan palabrera como la nuestra siempre andamos colgados de la retórica. La propia clase política practica a diario el camuflaje semántico. Pero no hace falta colgarse de la susodicha definición para constatar el volantazo de Rajoy en el principal partido de la oposición ante la nueva Legislatura de la que, por cierto, ya se ha consumido sin pena ni gloria un primer periodo de sesiones. Ese golpe de timón, cuya mejor escenificación es el entierro del aznarismo en el último congreso nacional del PP, deja a este partido en las mejores condiciones para rentabilizar los dos factores más reñidos con la causa política de Zapatero: uno, la flojera del Gobierno para afrontar la crisis económica, y dos, la debilidad parlamentaria del PSOE. En esas circunstancias tiene un enorme recorrido la decisión de Rajoy de sacar al PP del rincón en el que estuvo confinado a lo largo de la pasada Legislatura y, en consecuencia, su disposición a entenderse con los nacionalistas moderados que se sientan en el Congreso (léase PNV, CiU y CC). Lo hemos visto en su reciente alineamiento para obligar a Zapatero a explicarse ante la Cámara sobre su gestión de la crisis económica, una fuente inagotable de malas noticias. Esa es otra. En estas fechas el Gobierno está obligado a consultar la caja negra de la economía nacional porque necesita cerrar un cuadro de la situación antes de comenzar la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado para 2009. Pero la caja negra está llena de víboras: crecimiento a la baja (menos del 2%), inflación al alza (más del 4%), el desempleo disparado (camino de los dos dígitos) y la cesta del pan (superávit presupuestario), prácticamente vacía. Lo dicho. Una crisis económica que pone al descubierto la fragilidad de la victoria del PSOE en las elecciones del 9 de marzo en las que -debemos recordarlo una vez más-, el PP recortó distancias y el PSOE volvió a quedarse lejos de la mayoría absoluta. Con un elemento nuevo: esta vez Zapatero -dejadme solo-, decidió gobernar sin costaleros parlamentarios. Decisión que en estos momentos está revisando, en favor de CiU (Convergencia i Unió), su futuro socio en el próximo periodo de sesiones, como se irá viendo. A partir de ahora, el PSOE tendrá que hacer equilibrios entre la necesidad de contar con un costalero parlamentario fijo para quedar libre de sobresaltos en materia de gobernabilidad, y un imperativo de partido: no perjudicar a los socialistas catalanes, y en particular a José Montilla, que gobiernan en Cataluña y tienen en CiU a su principal adversario.