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Publicado por
JOSÉ CAVERO
León

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ESPERANZA Aguirre alega ahorro de gastos, y los medios informativos interpretan más bien como una venganza la decisión de la pres identa de Madrid de hacer un ajuste de su Gobierno prescindiendo de dos de los más señalados «marianistas» de su equipo, Lamela y el leonés Alfredo Prada. Posiblemente hay algo de cada cosa... Una vez que la presidenta madrileña decidió congelar su propio salario y el de sus colaboradores -aunque en los meses anteriores al anuncio se había producido ya la elevación salarial en un siete por ciento-, y después de que se relatara que esa congelación significaba muy poca cosa sobre el presupuesto general de su Comunidad, la presidenta parece haberse puesto la tarea de seguirse mostrando como modelo a imitar por el Gobierno Central: reduce el número de sus consejeros... Y aprovecha la oportunidad para «purgar a los marianistas». Es sabido que Esperanza Aguirre fue «la gran derrotada» del Congreso del PP de Valencia. Y también es conocida la pertinacia de Aguirre en sus posiciones. Dicho de otro modo, Mariano Rajoy tiene en ella un enemigo correoso al que aguantar en los próximos tiempos, con bastante probabilidad. Porque ésa puede ser la primera conclusión poscongresual: Aguirre ha elevado el tiro de sus animadversiones. Ya no es Gallardón, sino Mariano Rajoy. Y si en la pelea del congreso alguno de sus «fieles» la traicionaron pasándose al enemigo, e incluso fueron premiado por Rajoy para completar su ejecutiva, en un caso, o en la junta directiva, en el otro. Pues bien, sin que se haya olvidado el episodio, Aguirre los declara «no gratos» en su propia lista, y prescinde de ellos. Los consejeros Lamela y Prada, por consiguiente, sobran. El resto de destituciones y designaciones es bastante irrelevante, salvo, acaso, la incorporación de Antonio Beteta, el más «obsequioso» de los populares madrileños con «su» presidenta, y que se perfila como «el Solbes de Aguirre», al fusionarse ahora Economía y Hacienda... También refuerza sus competencia el ahora único vicepresidente, Ignacio González, que jugó con Aguirre la carta de la crítica a Rajoy, incluso sustituyéndola en su ausencia. Ya es vicepresidente único y portavoz del Gobierno. Rajoy se opuso a la propuesta de Aguirre de que González y Granados entrasen en la ejecutiva. Resulta evidente que Esperanza Aguirre no zanjó en Valencia todos sus problemas con su presidente Rajoy. De momento, hace visible el «quien no está conmigo está contra mí», y da a entender que nada se hace de manera gratuita o sin repercusión...