LA VELETA
Chávez gana tiempo
LA PRIMERA impresión que provocan los nuevos tiempos políticos que viven Colombia y Venezuela transita entre el alivio y el escepticismo. No hay que descartar que la dinámica de los acontecimientos y el peso arrollador de las irrefutables pruebas informáticas obliguen a un entendimiento duradero entre los dos presidentes. Para Iberoamérica es un gran alivio que Hugo Chávez y Álvaro Uribe sellen su reconciliación en suelo venezolano, un gesto del presidente colombiano que no pasa desapercibido al acudir al complejo petrolero de Amuay. Sin embargo, el presidente venezolano no pudo reprimir su ansía de líder regional al ofrecerse para mediar entre los gobiernos de Ecuador y Colombia. El conflicto surgió por la acción militar colombiana contra una base de los narcoterroristas de las FARC en suelo ecuatoriano que se saldó con la muerte del número dos, Raúl Reyes, y la confiscación de sus ordenadores. Precisamente, la valiosísima información que contienen ha dado un vuelco a la situación y ha forzado un cambio radical de actitudes, la primera la de Hugo Chávez que se ha visto totalmente doblegado tras la operación de liberación de Ingrid Betancourt y otros 14 rehenes, entre ellos los tres contratistas norteamericanos. A Chávez se le esfumó su gran baza de protagonismo e influencia internacional que le permitía lograr popularidad para sobreponerse al duro varapalo que supuso perder el referéndum de su nueva Constitución. A partir de ese momento todo son problemas para Chávez. El alivio que supone remansar las aguas turbulentas entre Colombia y Venezuela no diluye el escepticismo sobre las verdaderas intenciones de un Chávez que estaría intentando ganar tiempo para recuperarse, si la crisis interna no termina con él. En mejor situación se encuentra el vencedor político de la crisis, el colombiano Uribe que tiene pendiente el reto de acabar con las FARC. Poco a poco se irá conociendo todo lo que hay detrás de esa operación de liberación de Ingrid Betancourt, entre tanto Uribe puede sucumbir a la tentación de un nuevo mandato pero tiene que volver a reformar la Constitución. Su éxito contra las FARC no parece suficiente para justificar tanto tiempo en el poder. Las comparaciones son odiosas, justo en un momento en el que el dirigente cubano Raúl Castro anuncia nuevos cambios económicos para el final del igualitarismo.