FRONTERIZOS
Un cumpleaños
EL VIERNES tenía el día optimista y noté que la gente se pasó la tarde preguntándose de qué se reiría ese idiota que era yo. Fue un día completo: vi argentinos que tienen cara de goma y corazón de clown contando historias dramáticas para partirse de risa a partir de silencios y miradas; vi a chilenos que consiguen hacer, por un rato, humano el tráfico caótico de las ciudades regalando manos abiertas a los que conducen; vi a rusos que se hacían pasar por mujeres que fingían ser hombres y recitaban a Shakespeare con precisión de francotirador; vi bailar, en portugués y en eusquera, versos y lluvia de Joseba Sarrionandia, un poeta que probablemente no sabrá usted quién es pero sobre el que tiene la obligación de enterarse¿ Luego me invitaron a un cumpleaños. La criatura hacía 25, una edad que suele ser efeméride muy celebrada, sobre todo cuando la cifra se dobla y se recuerda. Esa noche bebimos hasta muy tarde y volvimos a escuchar las canciones de Iñaki Salvador, que escribe notas sobre el aire azul de los teatros, y abrazamos a Kike, a Fernando y a Mireia, cincuentones que acaban de cumplir el primer cuarto de siglo de Tanttaka Teatro, la compañía vasca homenajeada en la Feria de Teatro de Donosti que hoy acaba. Como grupo creativo, Tanttaka ha puesto en escena en las últimas décadas algunos de los títulos más interesantes de la última escena española, convertidos en unos casos en éxito comercial o con una acogida más acorde con el cada vez más raquítico mercado del teatro independiente, pero siempre cargados de magia y sorpresa. Como otras muchas empresas escénicas veteranas del país, tienen muchas dudas sobre cómo sobrevivirán a la próxima temporada, pero el viernes, ya digo, teníamos el día optimista y cantamos a pleno pulmón el cumpleaños feliz.