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PEDRO BAÑOS BAJO
León

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TRAS la niebla que generan las pruebas de misiles de largo alcance (los célebres Shihab-3, que teóricamente podrían alcanzar territorio israelí) y de supertorpedos Hout, o la ya casi eterna cuestión de la posibilidad de que su programa nuclear civil pueda ser aprovechado para fines militares, Teherán dispone de capacidades como para provocar fuertes jaquecas a los responsables de cualquier plan que contemple su agresión. Este pueblo heredero de una gran cultura, que nunca claudicó en su totalidad ni ante las dominaciones árabes, turcas o mongoles, y con arraigados sentimientos nacionalistas, no es un apacible gatito persa de salón que haya perdido su instinto cazador. Ha sabido ir afilando sus garras y prepararse, dentro de sus posibilidades, para una posible confrontación con fuerzas militares cuantitativa y tecnológicamente muy superiores. La moral colectiva, factor esencial para la defensa de su territorio, alcanza niveles difíciles de comprender para un occidental. Basada en la religión oficial del Estado, la musulmana chiita, la cual profesa el 92% de la población y que supone un elemento aglutinador muy por encima de la diversidad étnica y lingüística (sólo el 51% de los habitantes son persas, que hablan farsí), da como resultado unos ciudadanos extremadamente duros, intransigentes, de valor casi inhumano, muy disciplinados, y que desean buscar la vida eterna en el paraíso a través del sufrimiento y la entrega suprema de su vida. Y estos son los combatientes de los que se nutre el medio millón de efectivos de las Fuerzas Armadas iraníes. Las cuales, ante la endémica carencia de piezas de repuesto y la dificultad para adquirir moderna tecnología causada por el embargo internacional, han desarrollado una muy particular estrategia para defender su territorio, su modo de vida y su régimen político. Para empezar, es difícil saber con detalle su doctrina militar. Parcialmente basada en la occidental heredada de tiempos del Sha, se ha ido combinando con la soviética (rusa) y la china. Pero los iraníes han sabido transformar este hipotético inconveniente en una gran fortaleza, dejando a sus posibles adversarios ante una peligrosa incertidumbre. Su Ejército de Tierra, con 325.000 hombres (unos 220.000 de un reemplazo de entre 18 y 21 meses, que cumplen a los 21 años), se apoya más en el fervor espiritual y en el decidido apoyo social que en su obsoleto material. Sus 1.425 carros de combate provienen de los años 60 y 70 (500 T-54/55 rusos y T-59 chinos; 75 T-62 rusos; 120 T-72 rusos; 140 Chieftain Mk-3/5 británicos; 150 M-47/48 americanos; 150 M-60 A1 americanos; más otros carros ligeros tipo Scorpion y Cascavel). Lo mismo que sus 1.950 piezas de artillería remolcadas y 290 autopropulsadas. Pero no se descarta que pueda emplear su aviación ligera (entre otros, 50 Cessn a, 19 F-27 y 8 Falcon 20), junto con sus 556 helicópteros (de ellos, 100 AH-1J de ataque) en misiones kamikazes contra las fuerzas invasoras, principalmente grandes buques de guerra, que tendrían dificultades para detectar estas pequeñas aeronaves. Como tampoco es desdeñable el empleo de completos batallones suicidas, aprovechando su enorme potencial humano, como farolean en su campaña de guerra psicológica. Los 45.000 efectivos del Ejército del Aire, considerado como la fuerza mejor preparada para el combate convencional y única con capacidad de proyección, tratarán de sacar el máximo rendimiento de sus 291 aviones de combate (básicamente F-4 D/E, F-14, F-7, F-5 E/F, Su-24, Su-25 K y MiG-29), armados con misiles Maverick, Sparrow, Sidewinder y Phoenix. A lo que colaborarían decisivamente sus misiles tierra-aire tipo HAWK mejorado, Rapier, Tigercat, Stinger y los chinos HQ-2J, FM-80. La Marina, además de sus escasas 3 fragatas Alvand y 2 corbetas Bayandor, puede hacer muchísimo daño al tráfico del estrecho de Ormuz (por donde circula el 25% del petróleo mundial) con su flotilla de sofisticados submarinos Kilo de fabricación rusa, con capacidad de tendido de 24 minas y avanzado sistema de sonar. Lo mismo que sus misiles de crucero adquiridos a China. Pero quizá el mayor peligro vendría de una novedosa maniobra de guerrilla naval. Empleando pequeñas y rápidas embarcaciones, e incluso barquichuelas de pescadores, armadas con misiles y diversas armas contra blindaje, hostigarían sin descanso a los grandes y lentos buques de guerra enemigos. Si a ello se añadiera el nada descartable empleo de ataques suicidas con lanchas cargadas de explosivos, el escenario podría ser dantesco. Y la Guardia Revolucionaria (Pasdaram), con 125.000 hombres totalmente profesionales y altamente entrenados y motivados, reforzados con el hasta millón de reservistas de la Fuerza de Movilización (Basij) y los 40.000 policías y gendarmes de las Fuerzas de Seguridad, se lanzarían a todo tipo de acciones propias de la guerra asimétrica (como ataques terroristas) y a repetir las dantescas escenas de la guerra contra Irak, lanzando oleadas de hombres contra el adversario, con absoluto desprecio de sus vidas. Tampoco nos engañemos con las probabilidades de éxito de un ataque aéreo preventivo sobre sus instalaciones nucleares y d e misiles: son muchas ubicaciones, muy dispersas y bien protegidas (enterradas). Tan sólo serviría para legitimar las ambiciones nucleares iraníes, alegando que es la única medida disuasoria eficaz ante una agresión. Asunto tremendamente espinoso, que requiere la máxima prudencia. Si la precipitación nunca es buena consejera, en este caso menos que nunca.