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Publicado por
ESTHER ESTEBAN
León

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LA SUSPENSIÓN de pagos de Martinsa-Fadesa ha provocado no sólo el desplome de la bolsa sino un efecto dominó sobre un sector que ha tenido ganancias espectaculares en los últimos años y, ahora, tiembla ante las vacas flacas. Era un secreto a voces que la burbuja tenía que estallar y le gustara o no oírlo y aceptarlo al inquilino de la Moncloa, las cosas se han acelerado de tal manera que nuestra economía está en caída libre y nadie parece ser capaz de evitarlo. De nada vale ya darnos golpes de pecho. A estas alturas es más importante que el Gobierno se ponga manos a la obra que salir ante la opinión publica asumiendo responsabilidades o pidiendo perdón por haber tachado de «antipatriotas» a quienes se atrevieron a dibujar un panorama muy similar al que tenemos. Todo el mundo parece saber ahora, cuando ya es demasiado tarde, que había signos evidentes de que el sector del ladrillo estaba jugando con fuego, que las principales empresas constructoras se estaban metiendo en un nivel de endeudamiento sin parangón en Europa y que cuando el globo se pinchara arrastraría con él los cimientos mas sólidos de nuestra economía. Si era así, ¿por qué nadie intervino? ¿Por qué los Bancos y sobre todo las Cajas de Ahorro ampararon, cuando no incentivaron, la voracidad compradora de esas empresas de dudosa solvencia, que animadas por los créditos baratos pensaron en hacer el negocio del siglo? Resulta curioso que mientras las constructoras e inmobiliarias empiezan a caer como chinches, el descenso del precio de las viviendas siga siendo mínimo. Lo peor será, como siempre, para las familias a quienes esta crisis les ha cogido fuertemente endeudadas, con unas hipotecas creciendo a diario y una subida incesante de los precios. Eso, para las que hayan tenido suerte y no hayan comprado alguno de los pisos de las constructoras que han quebrado. La tesis de Zapatero -explicada en privado a algunos periodistas- es que nuestro país tiene una clase media tan potente que lo resiste todo, incluso esta crisis, ante la que él ha preferido estar ciego y sordo. Tal vez esté en lo cierto, pero es esa clase media la que está dando muestras de mayor vulnerabilidad económica. Los ricos está claro que se van a hacer de oro comprando a precios de ganga y los más pobres difícilmente mejorarán su situación. Es ese amplísimo segmento de la población que se denomina clase media quien verá peligrosamente descender su estatus sin salvavidas al que agarrarse. El cambio de ciclo está aquí y los ciudadanos no es que tengan miedo, es que está cundiendo el pánico y ya no quieren las palabras huecas... Malos tiempos para operaciones de maquillaje porque no hay político que resista una larga temporada de bolsillos vacíos. La realidad es tozuda y la economía no entiende de pócimas mágicas.

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