La sefuela

LOS SABIOS galenos del hospital de León han descubierto una nueva enfermedad a la que han apodado la sefuela, bastante común entre gente madura. Los síntomas son variados y claros. Por ejemplo, que la ingesta de un único café produzca insomnio, que cualquier pequeño exceso termine en aumento de peso , que beberse una caña lleve inmediatamente al servicio, que echar sal a la comida aumente la tensión o que, al ir a pagar, todo te resulte muy caro. Los afectados por este mal suelen adormecerse en cuanto encienden el televisor y son delicados de estómago: la carne les da gastritis, el pimiento irrita sus mucosas y con el ajo, repiten continuamente. También, en sociedad, propenden al aislamiento y, al camarero, le piden una mesa lo más lejos posible de la gente y de la música. Al enfermo se le llama señor o señora en todas partes y se caracteriza por haber entrado en la edad de los metales: cabello de plata, dientes de oro y marcapasos de titanio. Otro rasgo externo es la posesión de gran número de gafas, para cerca, para lejos y para el sol. También les duele mucho la espalda cuando se atan los cordones, no pueden tomar el sol porque la piel parece la de una momia y el ascensor resulta obligatorio, tanto para subir como para bajas escaleras, aunque habiten en un primer piso. Se enfadan por motivos nimios, sin paciencia ni con la familia ni con los amigos, con un carácter cada vez más gruñón y protestón. Se apuntan a las declaraciones de Jiménez Losantos, predicador de la Cope, de que España se hunde, liderada por un Zetapé lamentable que sólo habla de aborto y laicismo. La vida sexual de los varones deja bastante que desear y, habitualmente, su falo ha pasado de escopeta repetidora, de numeroso tiroteo semanal, a pistola de un solo tiro, con tendencia al gatillazo, y empleo, como mucho, el sábado, tras consumo de varias píldoras de viagra. Lloran por cualquier motivo, como Fraga. Son los claros síntomas de la sefuela: se fue la juventud.