Diario de León
Publicado por
PABLO MARTÍNEZ MUÑOZ
León

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HAN PASADO ya más de diecisiete años desde que en aquel febrero de 1991 comenzaran a andar las siglas de la Unión del Pueblo Leonés (UPL). Se perseguía, una vez más, canalizar y conducir a nivel político la lucha contra la frustración, el desencanto y la desconfianza que había supuesto para nuestra tierra el proceso autonómico de la transición. Y el proyecto fraguó. Y además, creció; sobretodo gracias a la ilusión de unas bases estimuladas por el populismo mediático de José María Rodríguez de Francisco que prácticamente llenaban a diario la sede y también, gracias al trabajo absolutamente desinteresado, que varios afiliados cedían para llenar de contenido los discursos de los cargos públicos. En 1999 la UPL se consolida como tercera fuerza política a nivel provincial y autonómico y lo que es más importante, sus siglas empiezan a formar parte de la conciencia colectiva de los leoneses. En Valladolid, en las Cortes, crece el desasosiego con León al ver que la identidad del ente (que nunca existió), está claramente amenazada. Hasta el propio Lucas emplea la expresión «coser la comunidad» de forma obsesiva, cuando le sacan el tema. Y todo eso remuneraba al afiliado, aunque fuera emocionalmente. A partir de aquí y hasta el 2003 el partido sigue creciendo y el sentimiento leonesista, latente en la mayoría de los leoneses, comienza a salir del armario a las urnas. Pero lamentablemente, el partido cae en la peor de las contradicciones, y empieza a cerrarse internamente entre unos pocos cargos públicos. No hay interés en crear estructuras de partido acordes a su fuerza política y se detiene la expansión territorial. ¿Entonces qué tipo de interés queda? El lector avezado dará la respuesta. La rutina de «más de lo mismo» y las «verdades» que no admiten otras, son el anestésico predilecto para dormir el partido entre elecciones. Además, fuimos muchos los que, con el nuevo siglo, nos retiramos a los cuarteles de invierno al ver como la dirección del partido y con Otero como Secretario General se cortaba de raíz el debate interno con suspensiones y expulsiones de militantes totalmente innecesarias. El partido sobrevive más por los réditos del pasado, que por las acciones de gobierno. Y en la calle empieza crearse un leonesismo social activo a través de distintas asociaciones, que ven a la UPL más como una rémora que como su referente político. Desde el año 2003 hasta nuestros días, las ambiciones personales comienzan a generar enemigos irreconciliables entre los principales cargos públicos para bien del folletín y del culebrón social. Otero-De Francisco, Herrero Rubinat-De Francisco y algunos otros actores secundarios protagonizan la obra; y el votante mirando..., mientras Rodríguez de Francisco se diluye como un azucarillo en el PAL. Es lógico que después del último Congreso el nuevo Secretario General, Melchor Moreno, votado por la mayoría de afiliados, hablara de refundación. Que es como decir adiós a las ambiciones que han protagonizado la crisis y hola a la ilusión y al sentimiento que nos une. Más democracia interna y una escrupulosa legalidad desde el respeto a los Estatutos y al mandato del Congreso fueron algunas de sus propuestas. Otra, que creo que es de vital importancia, fue la promesa de volver a «abrir» el partido a la militancia para crear por primera vez y a través del trabajo en equipo, estructuras acordes a su potencialidad. Yo le creí y volví. Pero refundar el partido significaba enmendar el pasado; que a lo que parece no tenía ninguna intención de enmendarse. Por lo que, entre otros, Otero y Rubinat se lanzaron al ruedo mediático para efectuar declaraciones contra el partido y contra cargos «públicos y orgánicos» de la formación. «Pasaron» literalmente de las últimas elecciones salvo para criticar al candidato y abrieron una sede con logotipo y todo a escasos metros de la de la Unión del Pueblo Leonés. Y además hasta pretenden que la opinión pública les vea como mártires, o sea, el más difícil todavía. Es como si Robinho o Messi, por poner un ejemplo más deportivo, se tiraran los trastos con su entrenador, con la asamblea de socios, con su Club¿ y se negaran a entrenar con sus compañeros anunciando a bombo y platillo que van a seguir preparándose, pero que lo harán en otras instalaciones. La suspensión era lo mínimo que se podía pedir. Las asambleas comarcales de militantes hablaron claro y el Comité Ejecutivo también, a favor de imponer sanciones. Y aunque la Comisión de Conflictos intentó por todos los medios acercar posturas, al final el Comité Ejecutivo y por unanimidad de sus miembros, fue el que tomó la decisión. Tildar exclusivamente como jueces del proceso a Melchor y a Chamorro, tal y como quieren hacer ver los críticos ante la opinión pública, es tanto como ridiculizar al resto de miembros del ejecutivo y a los afiliados que representan. Ahora lo que toca es pasar página de una vez a este asunto y reanudar el tema de la refundación. Superando el importante escollo económico, las medidas a tomar deben ser motivadoras y ejemplarizantes. Es un hecho que el mayor activo de la UPL son precisamente sus siglas. Pero la avalancha de críticas y acciones destructivas antes expuestas, y el consiguiente sentimiento de tristeza y desencanto que provoca esta situación en los votantes, han devaluado la marca tanto en el mercado electoral como en el mediático. Otro importante activo, es el hecho intangible pero cierto de que los votantes leoneses (leonesistas o no) ven a la UPL como un partido necesario e indispensable en nuestra sociedad para, por un lado, moderar la polarización entre el PSOE y el PP y por otro, servir de cuña de cara a atraer inversiones o defender la identidad leonesa. ¿Y el futuro? Desde el acuerdo común en la necesidad de refundar el partido por la excepcionalidad del momento, se puede perfectamente enderezar el rumbo siempre que no se haga en clave endogámica. Es preceptivo hacer una convocatoria abierta a colectivos, personas, ex militantes, etc. para comenzar un proceso en el que se definan las características de la nueva Unión del Pueblo Leonés. Hay que volver a buscar la participación de afiliados y simpatizantes para desarrollar actividades de cambio social o de defensa de la identidad leonesa que vuelvan a enriquecer internamente la vida del partido. Respeto total a las normas y mandatos que nos hemos dado, expansión territorial, formación, etcétera. En definitiva, volver a canalizar las energías reivindicativas de los votantes en ilusión y actividad política en lugar de transformarlas en la hoguera de las vanidades. Y eso, con voluntad y activos como los que tenemos, siempre es posible.

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