Diario de León

TRIBUNA

Leonesismo, fundamentos y personas El «stand by»

Publicado por
PRISCILIANO CASTILLO María Arias
León

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SON LAS DOCE Y CUARTO de la noche y ya es hora de irse a la cama. Al apagar la televisión -¡total, para lo que hay que ver! - me acuerdo de lo que oí esta mañana por la radio sobre eso del stand by . Doy al interruptor de la televisión para apagarla y es entonces cuando me doy cuenta que el equipo de música también tiene el pilotito, y el deuvedé y la pantalla del ordenador, y el aparatito de Internet que tiene nada menos que cinco pilotitos y el aparatito de Ono y para no ser menos el teléfono inalámbrico, al ponerle en la base queda la pantallita iluminada. Total que cuando apagas la luz del salón parece esto una nave espacial. No todos se pueden apagar, pues se desprograman; otros no tienen interruptor y el enchufe está detrás del mueble y no se accede fácilmente a ellos. Pensativo me quedo contemplando la noche por la ventana; delante tengo una gran rotonda, varias avenidas y rondas, así como una gran urbanización a medio constr uir, donde todavía no vive nadie; las dos grandes farolas de la rotonda ya han apagado la mayoría de sus puntos de luz, quedando sólo uno en cada una, lo mismo que algunas de las farolas de una de las avenidas. Casi sin darme cuenta empiezo a contar los puntos de luz; me animo, procuro seguir un orden y llego a contar 397. Trescientos noventa y siete bombillas (no sé si de bajo consumo), todas ellas encendidas hasta el amanecer, pero seguro que consumirán muchos miles de veces más que mis pilotitos, sin que sirvan de provecho apenas para nadie. He preguntado a quien creo que debe saber de esto y me han dicho que claro que consumen energía, la que corresponde a un mini filamento; las farolas antes citadas consumen cada una miles de veces más. ¿Ustedes creen que me merece la pena tomarme el trabajo cada noche de ir desconectando uno por uno los pilotitos para ahorrar su consumo, -por muy elevado que éste sea - mientras tengo delante ese despilfarro de energía? Quitando la corbata y regalando bombillas de bajo consumo -¿han calculado el coste de esos millones de bombillas y su distribución?- no creo que sea lo más indicado para incitar al ahorro de energía. Dé ejemplo de verdad el gobierno suprimiendo los cientos de asesores nombrados a dedo, parte de la multitud de altos cargos y no cambiando tan alegremente de nombre los ministerios que llevan consigo elevados gastos de papeleo, cargos, locales, etcétera, sin que sirva para nada de provecho. Que la sociedad vea la austeridad en los que nos gobiernan que, seguro, que eso sí será efectivo. DURANTE estos días los medios de comunicación cubren las noticias sobre la inhabilitación de Otero, Rubinat y Castresana con esplendidez. Es verano y hay pocas noticias que contar. Algunos incluso se permiten la licencia de hablar de la «ruptura» de la Unión del Pueblo Leonés. Sin embargo el trío de los cien millones carece de apoyo, tal y como se apreció con la falta de defensores en el comité ejecutivo que decidió su castigo. Tampoco en la prensa se ha dejado sentir apoyo concreto alguno en forma de cartas o tribunas, más allá de algunas llamadas a la unidad del leonesismo. Sin embargo el ruido que se ha generado en torno a este suceso ha producido confusión y desconcierto entre algunos leonesistas. Por esta razón resulta necesario advertir de que ese rumor mediático no es sino mera espuma. Los fundamentos del leonesismo no se han movido un ápice. Que un procurador leonesista no tenga nada que decir en una reforma estatutaria autonómica o que justifique una fusión de cajas en Castilla y León, por no citar otros episodios bochornosos, le desautoriza para apelar a un supuesto buen hacer y muestra cómo se postula para algo que poco tiene que ver con la Unión del Pueblo Leonés. De sus corifeos poco se puede añadir, dispuestos como están a serlo por puro débito personal, que no por convicciones ideológicas. La inhabilitación es un aviso para navegantes que aspiren a liderazgos prescindiendo de las convicciones. A la UPL se debería llegar por ellas, y dirigirla debería ser una vocación personal para alcanzar y compartir sus metas, orientadas siempre al objetivo final de la autonomía. Por esta razón la UPL queda más limpia, más honesta con sus votantes, más transparente ahora. Este partido necesita personas con la autoridad que dan los argumentos, las acciones y compromisos claros sustentados en las ideas leonesistas. Se requiere un talante integrador capaz de aglutinar el regionalismo moderado y el nacionalismo confederal; ambos necesarios para obtener un leonesismo completo y representativo de la ciudadanía. Y, finalmente, ¿qué buscamos realmente los leonesistas? Buscando en las fuentes de esta idea se concluye que los leoneses aspiramos a una autonomía, en paridad con el resto de territorios, a través de tres vertientes: la cultural, la económica y la política. La primera para que nuestra cultura autóctona sea reconocida y valorizada; para que pueda evolucionar, ser resintetizada, modernizada e integrada en el magma de la sabiduría universal. La autonomía económica pretende que nuestros recursos públicos sean invertidos conforme a un proyecto propio, leonés, capaz de hacer llegar el bienestar a cada uno de los rincones de León, algo que hoy no se cumple. La autonomía política es la herramienta para lograr las anteriores, restaurar la notoriedad que nos corresponde y que los leoneses recuperen la autoestima colectiva que nos han robado, instrumento para proyectar lo leonés más allá de nuestros confines sin complejos, con la seguridad de que no queremos imponernos a nadie y la de que tampoco estamos dispuestos a ser menos. Por eso, aunque las personas son importantes, sin ideas no tienen nada que hacer en la nueva Unión del Pueblo Leonés. Este partido aspira a hacer las cosas de otra manera y, pese a que nos pueda costar la supervivencia, o los intentamos ahora o nos convertiremos en una simple oficina de empleo para algunos ventajistas.

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