Ocio y odio

EN SU PROGRAMA de entrevistas, emitido desde Miami, Jaime Bayly invitó a Jiménez Losantos a elegir entre una serie de políticos (Castro, Chávez, Ortega, Morales¿) cuáles prefería que se muriesen antes. Tal consulta sólo podía terminar con una guinda putrefacta, y así fue. «¿Y entre Morales y Zapatero, quién preferirías que muriera antes?». Entonces, el locutor español, halagado por ser convertido en parca con mando en plaza, precisó que era una elección difícil: «Un empate, los dos enfermos a la vez». La entrevista está en internet, por si alguien duda aún sobre quién es este personaje, de quien ahora no tengo duda alguna que busca le sea rescindido el contrato con su emisora, para irse con una indemnización millonaria y auto ensalzarse como víctima. Llamó «arpía y negra profesional» a la mujer de Obama. Esgrimió que la silla eléctrica sería una muerte demasiado rápida para Castro, por lo que le deseó «un parkinson lento, retransmitido día a día por la televisión». Hizo comentarios racistas sobre Chávez y Morales -el gorila y el chimpancé-, ataques de corrupción al Rey, etcétera. Curiosa interpretación de la libertad de expresión. Lo confieso, no puedo con los egos de cañones recortados y su exhibicionismo de crueldad. Existe un gran periodismo de entretenimiento, en el que tienen cabida diferentes registros del humor, incluida la sátira política, pero ocio y odio nada tienen que ver, aunque se diferencien en una sola consonante. Según Umbral un ultra es una armadura sin lo de dentro. Los nuevos ultras ni siquiera son de derechas, simplemente odian a la izquierda. A poco que les agites, les sale también su resentimiento contra los populares, y muy especialmente contra el centrismo, al que demonizan. No es un fenómeno nuevo, tan sólo estaba invernando.