LA VELETA
Dieciocho medallas
¿SON MUCHAS, son suficientes, demuestran suficientemente el nivel de nuestro atletismo y de nuestro deporte en general? Y lo que es más importante, ¿demuestra este nivel internacional de España su buen tono, como suele decirse, en otras actividades, como las económicas, las industriales y de exportación? Porque parece que todo está relacionado, y que el deporte es una excelente demostración y dato comparativo para esas otras significativas de una nación. Pues bien, dieciocho no son ni muchas ni pocas en sí mismas, y los pronosticadores han estado bastante acertados en sus pronósticos: son tantas como en Atlanta, una menos que en Atenas, seis menos que en Barcelona, y así sucesivamente. Hay para todos los gustos, pero se llagará a la conclusión de que no está mal, aunque pudo haber estado mejor, posiblemente, si algunas federaciones funcionaran más correctamente y con mayor eficacia de lo que lo hacen. Pero se ha llegado al punto que las apuestas predecían, aproximadamente, cinco oros, diez platas y tres bronces, y con sobresaliente en algunos personajes de indudable mérito y conocimiento popular, como Rafael Nadal, los Gassol, Llaneras, Deferr, Virginia Ruano, Mengual, David Cal... y algunos otros que muchos tendrán en cuenta y que son merecedores de los triunfos obtenidos o de otros, en cualquier futura oportunidad. Como han refrendado para la historia su extraordinaria p otencia algunos atletas mundiales como el nadador norteamericano Phelps o el atleta velocista jamaicano Bolt, dos espectaculares elementos de estos Juegos de Pekín. Otro tanto se puede decir de la organización y desarrollo de los Juegos en Pekín. Sin duda, los chinos han hecho un extraordinario esfuerzo para que todo saliera a pedir de boca, y los acontecimientos deportivos se impusieron sobre cualesquiera otros, como las exigencias de cumplimiento de los derechos humanos y respeto a la idiosincrasia tibetana, que pudieron llegar a amenazar los Juegos. China sabía desde que solicitó su oportunidad para organizar los Juegos que tenía ante sí la extraordinaria oportunidad histórica de darse a conocer al mundo en su formidable capacidad organizadora moderna, reflejo de su formidable capacidad económica e industrial global. La gran cuestión balance de los juegos: ¿Dan facilidades la administración y sus federaciones deportivas a que despunten y se desarrollen valores deportivos nuevos, o como suelen acusar los cronistas deportivos, tenemos demasiado a menudo federaciones convertidas en cortijos con intereses pa rticulares sufragados con los presupuestos generales del Estado? Es un excelente momento para revisar ese estado de cosas a la luz de lo sucedido en Pekín, donde algunos sectores del deporte brillaron por su ausencia.