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Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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NO SE SABE BIEN por qué, pero se sigue repitiendo eso de que detrás de un gran hombre hay siempre una gran mujer. No siempre es así ya que a veces detrás de un gran hombre hay otro hombre, más o menos grande. Tampoco son infrecuentes los casos en los que, por más que se busque, detrás de un gran hombre no haya nadie. En el caso de los políticos importa mucho el acompañamiento, ya que el mando exige soledad y distancia. A quien yo he admirado más en los últimos tiempos ha sido al marido de la señora Thatcher, pero confieso que me cae muy bien Hillary Clinton. Es listísima y, por lo tanto, poco rencorosa. Además es rubia y tiene un mirlo bajo la piel. Ahora ha demostrado una grandeza de espíritu sólo comparable al tamaño de su ambición acudiendo en defensa de su vencedor y correligionario Obama. El negro que aspira a ser inquilino de la Casa Blanca está bien asistido. Tiene detrás a dos mujeres, a su esposa y a la esposa de Clinton. Falta le hace al atractivo candidato Barack Obama esta especie de bigamia política. De momento, hace un par de días, en la Convención de Denver, quisieron poner fin a sus días. El FBI investiga para esclarecer quienes pueden ser los que urdieron el plan para asesinar a Obama. Mientras, su mujer Micheller se ocupa de mostrar a la hija pequeña del matrimonio, que es encantadora, casi como todas las niñas pequeñas, y Hillary se mete con McCain, que tiene más millones que ella y es más viejo que la Tana, en el caso de que no se trate de la misma persona. Guardando los debidos turnos, estas dos esposas pueden prestarle una ayuda decisiva al simpático senador, cuya primera preocupación quizá no sea la de salir victorioso en la terrible campaña electoral, sino salir vivo cuando esta termine.